Nigeria: las mujeres refugiadas y los desplazados internos mejoran la seguridad alimentaria

11 agosto 2020

A session of the Farmers Business School (FBS) training in Mubi community, Adamawa State. (Jesuit Refugee Service)

Los estados nororientales de Nigeria, en concreto los de Borno, Adamawa y Yobe, han sufrido enormemente la insurgencia de Boko Haram, que se ha cobrado numerosas vidas desde su creación hace más de diez años. Por miles se cuentan las personas que han tenido que huir en busca de un lugar seguro.

«Boko Haram nos obligó a salir de nuestras casas por la noche y todas nuestras propiedades fueron destruidas», cuenta Hamsatu Anjili.

La pandemia de la Covid-19 también ha generado un aumento de la necesidad de asistencia humanitaria en estos territorios. Las restricciones de movimiento y el incremento de los precios de los alimentos son algunos de los principales retos a los que se enfrentan las comunidades locales y desplazadas. Muchos agricultores ni han podido ir al mercado a vender sus productos ni preparar los campos para el tiempo de cultivo debido al confinamiento.

Según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH), 7 millones de personas podrían encontrarse ante una situación de inseguridad alimentaria, lo que supone un aumento en comparación con las cifras anteriores a la Covid-19, que era de 3,7 millones. La mayoría de ellos son mujeres y niñas y niños. «[La Covid-19] ha impedido que las niñas y los niños vayan a la escuela, el precio del transporte ha aumentado y no podemos ir a atender nuestros negocios», dice Sarah Ishaku, desplazada en Borno.

Empoderamiento e integración de las mujeres

El JRS lleva trabajando en las áreas del noreste del país desde 2018, donde ha estado respondiendo a los desafíos de los refugiados, los desplazados internos y las mujeres locales que luchan por acceder a alimentos, agua potable o a una atención médica adecuada. Muchos carecían de medios económicos, productos agrícolas y equipamientos.

El JRS ofrece varias capacitaciones agrícolas a través de la Farmers Field School (FFS) y la Farmers Business School (FBS), así como también formación para docentes, programas de emprendimiento juvenil y actividades extraescolares para niñas y niños. Tras el estallido de la pandemia, el JRS también distribuyó kits de higiene a hogares vulnerables.

Ahora que sé que cultivar es un negocio, cuento con otra fuente de ingresos
Hamsatu Anjili, participante de la Farmers Field School (FFS)

Los participantes de la FFS cuentan con conocimientos sobre técnicas agrícolas modernas y sostenibles y reciben semillas y fertilizantes. Los líderes de los grupos del proyecto son los propios estudiantes. Una mujer, Habiba Dahibu, ha prometido formar a otras mujeres en agricultura moderna y sus ventajas.

«Ahora que sé que cultivar es un negocio, cuento con otra fuente de ingresos», dice Hamsatu Anjili tras pasar por el curso de formación. «También he aprendido cómo calcular el tamaño de mis tierras y saber la cantidad de fertilizante que necesitaré, así como la cantidad de costales que saldrán», dice Sarah Amos.

Técnicas agrícolas innovadoras y respetuosas con el medio ambiente

Debido a las condiciones climáticas irregulares en Nigeria, también es crucial promover la integración comunitaria entre los participantes. Grupos de hombres y mujeres desplazados ayudan a los locales y a otros desplazados internos mientras trabajan en las granjas de unos y otros durante la temporada de siembra y cosecha. «Si trabajamos en equipo, nos ayudamos mutuamente ante cualquier problema que pudiera surgir», afirma Habiba Dahiru.

El programa agrícola del JRS también promueve técnicas agrícolas respetuosas con el medio ambiente, como sería el uso del control biológico de enfermedades. La utilización de productos químicos se reduce, por ejemplo, al adoptar la rotación de cultivos como los cereales y las legumbres. «[Cuidar el medio ambiente] ayuda a prevenir enfermedades y une a la comunidad», añade Hauwa Mohammed Bukar, participante de la FFS.