Dos mujeres yazidíes se encaminan hacia la recuperación

03 agosto 2024

El 3 de agosto se cumplen 10 años del ataque del Estado Islámico (EI) contra la comunidad yazidí de Sinyar, en el norte de Irak, que causó la muerte y desaparición de miles de hombres, mujeres y niños.

Los yazidíes son una minoría religiosa autóctona de Kurdistán, que abarca partes de Irak, Siria, Turquía e Irán. Su religión mezcla creencias y tradiciones de las antiguas creencias iraníes, el judaísmo, el cristianismo y el islam. Los yazidíes han mantenido su identidad a pesar de la persecución histórica, que llegó a su punto culminante durante el ascenso del EI.

El JRS se dedica a acompañar y amplificar las voces de todos los supervivientes y desplazados yazidíes, que han perdido muchas cosas. Aquí compartimos las historias de Lamiya y Nadia, dos mujeres yazidíes que, tras enfrentarse a muchas luchas, están reconstruyendo sus vidas.

Cosiendo una nueva vida: el viaje de recuperación de Lamiya

Lamiya, de 36 años, se vio obligada a abandonar su hogar en Sinyar en 2014 y a vivir, con su marido y sus cuatro hijos, en una situación de desplazamiento dentro de la gobernación de Nínive.

La salud mental de Lamiya empeoró tras el desplazamiento. A través del equipo de visitas familiares del JRS, conoció los servicios del JRS y comenzó sesiones con un psicoterapeuta. El terapeuta le recomendó a Lamiya que se relacionara más con los demás, lo que la llevó a un curso de costura ofrecido por el JRS.

Lamiya asistió al curso durante tres meses, dominando el oficio y aumentando su confianza y sensación de bienestar y tras completar el curso, recibió una máquina de coser del JRS.

Con sus nuevas habilidades, Lamiya comenzó un negocio, montando un pequeño taller de costura en su casa. La situación económica de su familia ha mejorado, ya que ahora puede complementar los ingresos de su marido, quien es obrero.

Lamiya expresa su gratitud por los servicios y las oportunidades que le brindó el JRS y ahora está buscando apoyo para seguir desarrollando su negocio de costura, un hito en su viaje desde el desplazamiento a la autosuficiencia.

 

De la angustia a la determinación: el viaje de recuperación de Nadia

Nadia es una mujer de 56 años de Sinyar. Ella y su familia llevaban una vida modesta trabajando en la agricultura.

La primera experiencia de Nadia con problemas de salud mental se produjo cuando murió su madre, lo que la sumió en una profunda depresión que mermó su interés por la vida cotidiana y le provocó nerviosismo y trastornos del apetito y del sueño. Buscó ayuda y siguió la medicación prescrita durante un año, con lo que mejoró notablemente.

Pero entonces llegó el atentado del EI del 3 de agosto de 2014. Nadia y su familia buscaron refugio en el monte Sinyar durante ocho días antes de verse obligados a abandonarlo debido a una enfermedad de la esposa de un hermano. Cuando intentaron regresar a Sinyar, con la esperanza de llegar a Kurdistán, fueron secuestrados y trasladados a Mosul, en el norte de Irak. Sus dos meses de cautiverio supusieron un traslado constante en medio de bombardeos y la salud de su cuñada empeoró y finalmente falleció.

Nadia y su hermano acabaron escapando del EI con la ayuda de unos conocidos y buscaron refugio en un templo yazidí al norte del monte Sinyar. «Sufría angustia psicológica y experimentaba tristeza persistente, cambios de humor, apatía, desmayos, pensamientos negativos e ideas suicidas», dijo Nadia. Un psiquiatra le diagnosticó un trastorno de estrés postraumático y un trastorno depresivo grave, pero las limitaciones económicas dificultaban su acceso constante a la medicación.

En marzo de 2019, fue remitida al Proyecto de Salud Mental y Apoyo Psicosocial (SMAPS) por el equipo de visitas familiares del JRS. Un psicólogo la evaluó y desarrolló un plan de tratamiento que incluía terapias cognitivo-conductuales, terapias de exposición narrativa y terapias cognitivas basada en la atención plena. Tras un año de atención constante, Nadia mejoró significativamente.

El JRS también apoyó a Nadia con asistencia en efectivo, cestas de alimentos, formación profesional y actividades recreativas. Sigue tomando medicación para evitar recaídas y dice: «Estoy agradecida por el apoyo que recibí y ahora abogo por que otros busquen una ayuda similar».