Carta de fin de año del Director Internacional del JRS.

28 diciembre 2018|P. Thomas H Smolich SJ

Tom addresses a group of girls in Bamyam, Afghanistan where JRS focuses on teacher training and women's education (Jesuit Refugee Service)
P. Tom se dirige a un grupo de niñas en Bamyam, Afganistán, donde el JRS se centra en la formación de docentes y la educación de las mujeres. (Servicio Jesuita de Refugiados)

Queridos Amigos,

2018 no ha sido un año fácil para los refugiados. Los políticos han recurrido al miedo y el desasosiego para demonizar a las familias que llegan en busca de protección y paz. 2018 vio como el Mediterráneo se convertía en una tumba de agua para más de 2.100 refugiados y migrantes. La invitación del Papa Francisco a acoger, proteger, promover e integrar a las personas desplazadas por la fuerza ha caído en oídos sordos en muchos lugares, incluso en sectores de la Iglesia Católica.

Sin embargo, hay esperanza. La esperanza impulsa la resiliencia de las personas desplazadas para superar desafíos increíbles. La esperanza vivifica a los niños que van a la escuela, ayudándoles a soñar un futuro para ellos y sus familias. La esperanza es lo que aviva las tareas de incidencia política, de servicio y de acompañamiento que ofrecen los trabajadores, voluntarios y becarios del JRS en todo el mundo.

En 2018, visité proyectos del JRS en 13 países de Europa, África y Asia. Allí conocí a personas cuya esperanza me inspira a profundizar y fortalecer nuestra misión.

El JRS Croacia trabaja en la integración de solicitantes de asilo de todo el mundo ya sea enseñándoles croata e inglés, ya sea atendiendo sus traumas tras el difícil camino recorrido. En Grecia, el JRS acompaña a 600 cameruneses francófonos que han solicitado asilo, ofreciéndoles atención pastoral y presencia sacramental.

En el Chad, conocí a mujeres refugiadas, convertidas en maestras gracias a la formación del JRS. Su orgullo por lo que hacen es transparente y contagioso. En Uganda, conocí a un joven burundés que podía ayudar a su familia gracias a un trabajo en un hotel obtenido tras seguir un programa de capacitación del JRS. Su orgullo es evidente, al igual que el del propietario del hotel que lo ha recibido.

En Afganistán, el JRS involucra a un amplio abanico de personas. En medio del que fuera durante 15 años un lúgubre campamento en el centro de Kabul, el JRS ofrece educación y capacitación médica a niños y mujeres afganos desplazados internos. En Bamiyán, formamos a docentes de diversos niveles, y las mujeres representan más del 60% de las personas que educamos.

En esta época del año, nuevamente ponemos nuestra esperanza en un niño pequeño nacido en un establo. En medio de la retórica y la ira contra los refugiados, su mensaje de esperanza abunda en las vidas de las personas desplazadas por la fuerza a las que el JRS tiene el privilegio de conocer y acompañar.

Con su apoyo, el JRS continuará alimentando esta esperanza en 2019 y más allá. Gracias por hacerlo posible.