El JRS sobre la pérdida del Papa Francisco y su legado de fraternidad y justicia

21 abril 2025

El papa Francisco da la bienvenida a los migrantes. (Servicio Jesuita de Refugiados)
El Papa Francisco con refugiados y migrantes en el Centro Astalli/JRS Italia.

El papa Francisco, quien siempre abogó por un mundo basado en la fraternidad, la solidaridad y la dignidad igual para todos, ya no está entre nosotros. El Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) se une a todas las personas de buena voluntad para llorar su pérdida y expresar su determinación de mantener viva su herencia de esperanza.

Con la muerte del papa Francisco, los refugiados han perdido a un defensor inquebrantable y apasionado. Desde el inicio de su pontificado, nos instó y desafió a cada uno de nosotros a asumir la responsabilidad, a preocuparnos por el sufrimiento de los refugiados, a llorar por sus muertes prematuras en nuestras fronteras y a tener el valor de acogerlos.

Uno de sus primeros viajes como papa fue en 2013 a Lampedusa, una pequeña isla en la peligrosa ruta migratoria del Mediterráneo central. Durante esa visita histórica, el papa Francisco denunció la “globalización de la indiferencia” e hizo un llamamiento directo que sigue resonando hoy: “¿Dónde está tu hermano?”, la voz de su sangre grita hasta mí, dice Dios. Ésta no es una pregunta dirigida a otros, es una pregunta dirigida a mí, a ti, a cada uno de nosotros.”

Lampedusa marcó el inicio de un camino que el papa Francisco nos invitó a recorrer hacia un horizonte de “un mundo de paz, en el que vivamos como hermanos y hermanas”, sin “fronteras de ignominia” y caracterizado por una cultura de hospitalidad y encuentro. Repetidamente evocaba el modelo del Buen Samaritano, que mostró “un amor que construye una fraternidad abierta a todos, sin excepción”. Su mensaje era sencillo: como hermanos y hermanas, somos responsables los unos de los otros. Los refugiados no son una carga que perturba nuestro confort, sino parte de nosotros, con “rostros, nombres e historias personales”.

El papa Francisco lideró con gestos concretos y propuestas claras. Poco después de ser elegido, visitó a refugiados en el comedor social del JRS en Roma. Instó a las congregaciones religiosas e institutos a abrir sus puertas para acoger a los refugiados, diciendo: “Necesitamos comunidades solidarias que vivan el amor de modo concreto.” Cuatro verbos se convirtieron en su guía para quienes deseaban ayudar: acoger, proteger, promover e integrar.

El papa Francisco fue inflexible en su condena de los obstáculos que impiden una verdadera fraternidad. Nos suplicaba que no tuviésemos miedo de nuestras diferencias, sino únicamente “del cerrazón mental y de los prejuicios que pueden impedirnos encontrarnos de verdad”.

Advertía contra las preocupaciones excesivas por la identidad personal, comunitaria o nacional que minan nuestra humanidad compartida, y denunciaba “una mentalidad distorsionada que, en lugar de permitirnos vernos como hermanos y hermanas, nos hace vernos como enemigos”.

El papa apelaba incansablemente al fin de los aparentemente ineludibles ciclos de odio y violencia, afirmando que “cada muerte violenta nos disminuye como personas”. Sus súplicas estaban respaldadas por directrices concretas en sus discursos y escritos, especialmente en la encíclica Fratelli Tutti, donde trazaba un plan para trabajar por la reconciliación: “La verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia. Las tres juntas son esenciales para construir la paz”.

Hasta el final de su vida, el papa Francisco se mantuvo al lado de los refugiados y nos exhortó a hacer lo mismo. En su carta a los obispos de Estados Unidos sobre la campaña gubernamental de deportaciones masivas, advirtió contra “narrativas que discriminan y causan sufrimiento innecesario a nuestros hermanos y hermanas migrantes y refugiados”.

En esa carta, su última defensa de los refugiados resumía su mensaje: “Lo que se construye a base de fuerza, y no a partir de la verdad sobre la igual dignidad de todo ser humano, mal comienza y mal terminará”.

Lo que se construye a base de fuerza, y no a partir de la verdad sobre la igual dignidad de todo ser humano, mal comienza y mal terminará.
Papa Francisco, carta a los obispos de Estados Unidos, 2025.

Fortalecidos por las palabras y el ejemplo del papa Francisco, el JRS continuará edificando sobre su legado y avanzando con otros. “En estos tiempos inciertos, que dejan a muchas personas en situaciones de extrema fragilidad, el testimonio del papa Francisco nos da seguridad y nos orienta: la paz solo puede construirse sobre el reconocimiento de la dignidad humana de cada uno, sin ninguna otra condición. Es lo único que garantiza un futuro para nosotros, a diferencia de las narrativas construidas sobre la dominación, la destrucción o la exclusión,” afirma el hermano Michael Schöpf, Director Internacional del JRS.

El JRS sigue comprometido a construir un “nosotros cada vez más amplio” para trabajar por “una comunidad que, pese a todas sus limitaciones humanas, encarne el sueño de Dios.”

Lea más