Tinwin y el poder transformador de la educación para los desplazados internos en Myanmar

01 febrero 2023

A Tinwin, desplazado interno en Myanmar, le encanta leer libros y sueña con ser médico.
A Tinwin, desplazado interno en Myanmar, le encanta leer libros y sueña con ser médico.

El 1 de febrero se cumple el segundo aniversario del golpe militar en Myanmar. Desde el golpe y hasta el 23 de enero de 2023 (ACNUR), el número de desplazados internos ascendía a 1,2 millones, mientras que eran 330 000 antes del golpe. La crisis actual ha interrumpido el acceso a una educación segura, inclusiva y de calidad para los niños y los jóvenes, con el potencial de crear una generación perdida.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos reúne 30 derechos y libertades que pertenecen a todas las personas, incluido el derecho a la educación. El Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) se compromete a garantizar que los niños que se ven obligados a huir de sus hogares y comunidades no se vean privados de su derecho a la educación y de su camino hacia un futuro esperanzador y productivo. La educación proporciona estabilidad y una sensación de normalidad; engendra esperanza a la vez que prepara a los refugiados para afrontar los retos del futuro.

Hoy en día, los niños de Myanmar no pueden acceder a la enseñanza básica y mucho menos a la superior, debido al conflicto actual. La educación se ve interrumpida, se ataca a las escuelas y muchas cierran. Los niños se ven obligados a huir de un lugar a otro, lo que hace casi imposible ir al colegio. Sin la posibilidad de ejercer sus derechos básicos y libertades fundamentales, no podrán determinar su propio futuro.

 

La historia de Tinwin: el poder transformador de un libro de cuentos

Tinwin, un niño de siete años, vive en un emplazamiento temporal huyendo de la violencia que amenaza su vida en su ciudad natal. Aunque al sitio temporal se le llama «temporal», él no tiene ni idea de cuánto durará este momento de miedo y desplazamiento. Él y su familia llevan ya un año viviendo en este refugio temporal.

Después de que llegara al lugar provisional, no quería ir a la escuela porque temía que su familia huyera. Cuando un niño no tiene ni idea de lo que le va a pasar el día siguiente a su vida y a su familia, es muy difícil confiar en que todo irá bien. También echaba mucho de menos su casa y a sus amigos del barrio.

En medio de la angustia, lo que podía calmar a Tinwin era un libro de cuentos. El colorido libro con imágenes podía llevarle a la imaginación y a otro mundo de fantasía. Un lugar donde no existe el miedo. Tinwin suele pedirle a su madre que le lea cuentos; los cuentos le hacen sonreír.

«Me pide que le lea libros y si le gusta el cuento, me pide que se lo lea una y otra vez y tengo que leérselo repetidas veces», dice su madre.

Con el tiempo, su madre ha observado cambios positivos en él. Ya no tiene miedo de ir al colegio y a veces trae amigos a casa para leer libros juntos.

Me pide que le lea libros y si le gusta el cuento, me pide que se lo lea una y otra vez.
La madre de Tinwin

La madre, que leyó el libro de cuentos para Tinwin, observó un gran cambio en la mente de Tinwin. Cada vez que exploran el mundo imaginario, Tinwin está tranquilo, feliz y no tiene preocupaciones. El libro de cuentos no solo es importante para Tinwin, sino también para su familia, que le quiere y se preocupa por sus sentimientos. Tinwin empezó a traer amigos a casa para leer el libro de cuentos y jugar. Es difícil para un niño pensar en el futuro cuando no tiene sensación de seguridad y certeza. Sin embargo, Tinwin cree firmemente en su sueño, ya que quiere ser médico.

«Quiero poner medicinas en las heridas como un médico».

 

La historia de Tinwin refleja cuánto puede influir la educación en la vida de un niño y por qué la educación no debe ser objeto de ataques en tiempos de conflicto. Por el contrario, las inversiones en material escolar, infraestructuras y docentes son fundamentales para el pueblo de Myanmar y para todos los niños y jóvenes afectados por conflictos y crisis.

El JRS pide que los niños desplazados dentro y fuera de Myanmar tengan acceso a la ayuda humanitaria, incluyendo programas educativos seguros, inclusivos, continuos y de calidad. Los tiroteos, fuegos de artillería y bombardeos de escuelas y edificios comunitarios deben cesar inmediatamente. La falta de atención de la comunidad internacional ha prolongado esta crisis y debe lograrse una solución inmediata a través de mecanismos políticos pacíficos. Tras dos años de violencia y destrucción, el pueblo de Myanmar merece más y no debe ser olvidado.

 

 

Esta historia fue publicada originalmente por el JRS Asia Pacífico.