Educación

En el JRS creemos que la educación refuerza la voluntad, ayuda al pleno desarrollo y a la libertad de las personas desplazadas.

El JRS está comprometido en garantizar que niños y niñas que se han visto obligados a huir de sus hogares y comunidades no se vean privados de su derecho a la educación y de su camino hacia un futuro productivo y esperanzador. La educación brinda estabilidad y un sentido de normalidad; genera esperanza mientras prepara a los refugiados a enfrentarse a futuros desafíos.

Gracias a las competencias y conocimientos que proporciona la educación, a los refugiados les resulta más fácil integrarse en nuevas comunidades. En regiones devastadas por la guerra y la violencia endémica, es clave una población preparada y educada para la reconstrucción y el desarrollo a largo plazo tanto de los países de acogida como de los de origen.

Cuando los refugiados contribuyen al desarrollo económico, la riqueza de toda la comunidad puede aumentar: los nuevos bienes y servicios que se ofrecen crean empleos y productos que tienen valor para todos. La creación de nuevos ingresos y oportunidades tanto para la comunidad de acogida como para la refugiada contribuye a la integración de los refugiados en una sociedad.

Todas y todos tienen derecho a la educación

Todos los niños y niñas tienen derecho a la educación: este es un principio consagrado en la Convención sobre los Derechos del Niño y reafirmado recientemente por los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en particular el Objetivo 4, que exige el acceso universal a oportunidades educativas de calidad.

El derecho a la educación sigue vigente cuando un niño o niña está en situación de desplazamiento, a pesar de que se trate de lugares con pocos recursos o sin sistema educativo, como los campamentos de refugiados, los asentamientos informales o entornos habitacionales provisionales. Cuando los niños han huido cruzando fronteras y se encuentran en un nuevo país, su derecho a la educación queda protegido por un marco legal, la Convención de 1951 para los Refugiados, y reafirmado por compromisos multilaterales, como el Marco Integral de Respuesta a los Refugiados (CRRF, por sus siglas en inglés) de 2016.

 

Un estudiante mira fijamente a la cámara mientras se sienta de lado en su silla en clase.

Un estudiante mira fijamente a la cámara mientras se sienta de lado en su silla en clase. (Servicio Jesuita a Refugiados)

Adaptando nuestros programas de educación a diferentes necesidades

Proporcionar una educación de calidad y accesible para los niños desplazados es un desafío inmenso y multifacético. El sistema educativo en lugares donde las personas encuentran refugio puede ser inexistente, débil o estar sobresaturado. Pueden haber problemas por falta o insuficiencia de infraestructuras, pocos docentes y personal educativo, diferencias idiomáticas y de planes de estudio y de modelos educativos entre el país de origen y el receptor. Son situaciones que a menudo requieren propuestas especializadas como clases de idiomas, conciliación de planes de estudio y programas de recuperación.

Cuando los gobiernos locales no pueden o no están dispuestos a brindar servicios educativos, el JRS ofrece programas en los niveles de preescolar, primaria y secundaria. El JRS también trabaja para desarrollar la capacidad del sistema educativo mediante la construcción de equipamientos, desarrollo de programas especializados, apoyo a maestros y otro personal no docente.

El JRS implementa servicios educativos en situaciones de emergencia, así como en crisis de desplazamiento prolongadas, ofreciendo diferentes niveles de programas educativos y cursos de alfabetización de adultos. En el desarrollo de nuestros proyectos, el JRS siempre busca comprender el contexto y las necesidades locales, se asegura de tener la capacidad técnica para ofrecer una programación de calidad y se centra en llevar a cabo una contribución adecuada a través de su enfoque.

Priorizar la educación

El enfoque de la programación educativa del JRS se centra en tres áreas:

  •  Desarrollo docente: Inspirado en la tradición jesuita de la pedagogía ignaciana, el JRS enfatiza el papel del docente como un educador transformador que proporciona algo más que una formación de calidad. Los maestros pueden crear entornos inclusivos donde niñas y niños se sientan seguros para aprender, reflexionar sobre sus experiencias y desarrollar su potencial.
  • Mejora del acceso a la educación secundaria, con un enfoque especial en las niñas: las niñas y los niños desplazados están en desventaja: menos del 23% tiene acceso a la educación secundaria. De este pequeño grupo, menos del 30% son niñas. Consciente de esta disparidad, el JRS ofrece programas centrados en las niñas a medida que avanzan en la escuela primaria y en su transición a la educación secundaria.
  • Educación profesional y postsecundaria: el JRS también ofrece programas encaminados a alcanzar objetivos educativos y profesionales para jóvenes y adultos. Entre estos hay cursos de idiomas y de formación de habilidades profesionales para promover medios de vida sostenibles.

Estas son las tres áreas que se han consagrado como prioridades clave en nuestro Marco Estratégico 2019-2023, y forman los pilares de la Iniciativa Global de Educación, una campaña para llevar a otros 100.000 refugiados más los programas educativos del JRS, para lo que se prevé recaudar 35 millones de dólares.