Nigeria: La importancia del bienestar de los profesores

27 abril 2024

Beatrice (a la derecha) con su madre Elizabeth (a la izquierda) recibiendo apoyo para su subsistencia por parte del JRS: una máquina de coser, hilo de coser, unas tijeras, una plancha local y una cinta métrica. (Servicio Jesuita a Refugiados)
Beatrice (a la derecha) con su madre Elizabeth (a la izquierda) recibiendo apoyo para su subsistencia por parte del JRS: una máquina de coser, hilo de coser, unas tijeras, una plancha local y una cinta métrica. (Servicio Jesuita a Refugiados)

«Visito mis tierras de cultivo con mis hijos durante la temporada agrícola donde cultivamos y cosechamos alimentos para la familia, pero una vez que las lluvias se van y la tierra se seca, encuentro otras pequeñas formas de ganar dinero», explica Elizabeth Wafa, de 34 años, que trabaja como directora de una escuela de primaria en Michika, el área de gobierno local más poblada y cosmopolita del Estado de Adamawa, en el noreste de Nigeria.

El bajo sueldo docente que recibe ha puesto a su familia (su marido también es profesor y tienen cinco hijos) en una situación difícil. «En algún momento esperamos y rezamos a Dios para que nos conceda un milagro», añade.

No es la única pareja de profesores del país que lucha por llegar a fin de mes. La difícil situación de los profesores está debilitando el sistema educativo de Nigeria, lo que amenaza el futuro de la nación.

No es ninguna novedad que, a pesar de ser el país más rico de África, el sistema educativo nigeriano está lejos de recibir el apoyo adecuado. Uno de cada cinco niños no escolarizados del mundo está en Nigeria. Sin embargo, en 2021 solo se ha destinado a la educación el 5,6% del presupuesto anual del país, el más bajo de los últimos diez años, y muy por debajo del 15 al 20% recomendado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Los profesores trabajan con recursos escasos y básicos, falta de formación e infraestructuras inadecuadas. Además, reciben sueldos bajos y a veces no cobran durante meses. La mayoría de los profesores deben completar su sueldo mensual con otras actividades generadoras de ingresos, como la agricultura.

Con el objetivo de mejorar la calidad de la educación, el JRS está volviendo a capacitar a los profesores en el noreste del país, y distribuyendo material didáctico a los estudiantes y a los centros educativos. Los profesores que participan en el programa pueden enseñar en el Programa de Aprendizaje Acelerado (ALP) del JRS, desarrollado para los niños que no están escolarizados. A partir de 2021, a un integrante de la familia de cada profesor se le ofrece también un curso en el Programa de Empoderamiento y Medios de Vida de los Jóvenes (YELP) del JRS, para reforzar la resiliencia de la familia.

Gracias a la formación del JRS, Elizabeth ha conseguido un trabajo adicional como maestra de ALP. Su hija de 19 años también aprendió técnicas de sastrería en el programa YELP, y recibió un equipo básico que incluía una flamante máquina de coser.

«Como maestra, los talleres del JRS me han ayudado a desarrollar mi capacidad. La formación en medios de subsistencia me ha empoderado y ahora tengo un ingreso extra mensual», dijo Elizabeth. «Mi familia se siente mejor. Todos estamos agradecidos».

La financiación del proyecto está a cargo de la Iglesia católica, que destina parte del ocho por mil de los ingresos totales del impuesto sobre la renta a actividades caritativas en países del tercer mundo.