Filipinas: Aprender a vivir en paz después de conocer la guerra
15 mayo 2019
Lanao del Norte – Cuando era niña, Normilah supo qué era la guerra. Ella y su familia tuvieron que abandonar su hogar en tres ocasiones, cuando el Frente Moro de Liberación Islámica (FMLI) atacó su aldea en Mindanao, Filipinas. Cuando su aldea fue bombardeada por primera vez con fuego de mortero, en el año 2000, ella solo tenía nueve años.
En 2003, Normilah se enfrentó de nuevo al conflicto. Los continuos combates entre el FMLI y las tropas gubernamentales la obligaron a huir de su aldea por segunda vez. Tuvo que dejar su escuela y sus amigos y terminar su educación en una población más segura.
Su tercera experiencia con la guerra llegó en 2007. Una vez más, su familia tuvo que abandonar todo y huir de la aldea.
Tras las guerras, Normilah tuvo que hacer frente a muchos retos mientras se recuperaba de sus traumas. Sufrió de hambre, sed y fatiga, pero cree que la peor consecuencia de la violencia fue la discriminación que tuvo que soportar de otros musulmanes en las áreas de evacuación. Muchos culpaban a los musulmanes de las acciones del FMLI, y por ello, Normilah no quería regresar a su aldea.
En 2015, el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) comenzó a trabajar con los desplazados internos en la comunidad de Normilah. Ella empezó a participar en las actividades del JRS, que trabajaba en favor de la paz y promovía la creación de oportunidades de subsistencia. Normilah llegó a formar parte del grupo Mujeres en Defensa de la Paz del JRS, que incluye tanto a personas Moro, que son musulmanas, como a mujeres que no son Moro. Estas defensoras trabajan en la construcción de la paz en sus respectivas comunidades, y Normilah recurre a su propia experiencia para promover la reconciliación en su comunidad. Hoy, Normilah gestiona la tienda de la cooperativa de mujeres y el huerto comunitario de su aldea.