Día Mundial de los Migrantes y Refugiados: «Se trata de nuestra humanidad»
27 septiembre 2019
Ante el Día Mundial de los Migrantes y Refugiados, el domingo 29 de septiembre, el Papa Francisco ha hecho público un mensaje en el que nos recuerda que esta ocasión trata de algo más que de migrantes y refugiados: la presencia de estas personas vulnerables que huyen es en realidad una invitación a reflexionar sobre lo que nos hace humanos.
“Al mostrar interés por ellos, nos interesamos también por nosotros, por todos; que cuidando de ellos, todos crecemos; que escuchándolos, también damos voz a esa parte de nosotros que quizás mantenemos escondida porque hoy no está bien vista».
En su mensaje, el Papa Francisco recupera un pasaje de las Escrituras que suele citar, la parábola del viajero samaritano: “No se trata sólo de migrantes: se trata de nuestra humanidad. Lo que mueve a ese samaritano, un extranjero para los judíos, a detenerse, es la compasión, un sentimiento que no se puede explicar únicamente a nivel racional. La compasión toca la fibra más sensible de nuestra humanidad, provocando un apremiante impulso a “estar cerca” de quienes vemos en situación de dificultad”.
Acompañamos a los refugiados
El Servicio Jesuita a Refugiados responde a las necesidades de los refugiados a través de su misión de acompañar, servir y defender a aquellas personas que han sido expulsadas de sus hogares y obligadas a ponerse a salvo en otra parte. Hacemos un llamamiento a todas las personas de buena voluntad para que se unan a nosotros en esta misión de acompañar a quienes necesitan compasión, a los que necesitan encontrar a alguien que sea su vecino.
El Papa Francisco nos dice que Jesucristo mismo confía al «amor maternal de la Iglesia» a todas las personas obligadas a abandonar su tierra natal en busca de un futuro mejor (Mensaje para el Día Mundial de los Migrantes y Refugiados de 2018).
Cuando acompañamos a los refugiados, abrimos un espacio a la ternura, la compasión y la generosidad; en otras palabras, aprendemos a amar. Como nos ha dicho el Papa Francisco, “abrirse a los demás no empobrece, sino que más bien enriquece, porque ayuda a ser más humanos: a reconocerse parte activa de un todo más grande y a interpretar la vida como un regalo para los otros; a ver como objetivo no los propios intereses, sino el bien de la humanidad”. (Discurso en la mezquita Heydar Aliyev en Bakú, 2 de octubre de 2016).
La esperanza de los refugiados empieza contigo.
Cada uno de nosotros puede marcar la diferencia en la vida de las personas desplazadas por la fuerza, cada uno de nosotros puede ser un regalo para los demás, cada uno de nosotros puede #Do1Thing (Hacer una sola cosa) por un refugiado. En nuestras ciudades, hay centros para ayudarles con alimentos, asistencia legal, clases de idiomas. Estos lugares siempre buscan voluntarios y donativos. Los refugiados suelen necesitar asistencia para matricular a sus hijos en un colegio o para obtener una cita con el médico. Las parroquias y las escuelas tienen recursos para ayudar a los refugiados a fotocopiar documentos, o reunirse en grupos de apoyo mutuo. Podemos ayudar a un refugiado con una tarjeta SIM para un teléfono móvil o facilitándoles el acceso a una computadora con conexión a Internet. Conectarse con familiares, amigos y recursos de apoyo hace una gran diferencia en la vida de un refugiado que está lejos de casa. También podemos incidir en nuestros puestos de trabajo y comunidades para contrarrestar bulos y mitos sobre los refugiados. Podemos escribir a nuestros políticos locales para hacerles saber que queremos que los refugiados sean bienvenidos y apoyados, no demonizados y excluidos.
El Papa Francisco nos pide a todos que acompañemos a los refugiados en su camino, porque si no podemos encontrar en nosotros mismos la compasión para ayudar a personas con una necesidad tan desesperada, ¿cómo vamos a sentir una verdadera compasión por nadie?