Chad: Asegurándonos que los niños y niñas discapacitados no se queden atrás

27 abril 2024

Sadié con su nuevo triciclo, donado por el ACNUR y el JRS.

Sadié, de 13 años, nació en el campamento de refugiados de Djabal, en la región de Goz Beida, en el este del Chad. Tiene nueve familiares en el campamento y vive en una casa con tres de sus hermanos y su madre, Fatna.

A diferencia de otras niñas y niños del Chad, Sadié no empezó a ir a la escuela a los seis años, sino a los ocho. Una parálisis en las piernas le ha impedido desde siempre caminar y le ha dificultado poder estar con sus compañeros de clase. Todas las mañanas, se veía obligada a arrastrarse por los polvorientos caminos del campamento para llegar a la escuela. Aparte de ralentizar sus progresos académicos, esta discapacidad obligaba a Sadié a pasar la mayor parte del día en casa por su falta de movilidad.

En noviembre del año pasado, Sadié recibió un triciclo del ACNUR y del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) como parte de un programa que anima a niñas y niños como ella a seguir sus estudios y mejorar su integración social proporcionándoles recursos como triciclos que les ayudan en su movilidad.

Ahora Sadié va a clase todos los días y le resulta más fácil hacer cosas como pasar el rato con sus amigas y amigos y visitar a su tía.

En la escuela, a Sadié le gustan el árabe y las matemáticas en particular, y su sueño es convertirse en mecánica. “Me encanta la escuela”, dice; sin embargo, también recuerda la necesidad de contar con materiales adecuados, como cuadernos, mochilas y una regla, que su madre no puede comprar. Con su empleo de cocinera en un restaurante, su madre, Fatna, apenas gana para alimentar a su familia y no puede cubrir las otras necesidades de sus hijos.

Sobre los desafíos que ha supuesto la discapacidad de Sadié, Fatna describe la tristeza de su hija al verse obligada a permanecer en casa la mayor parte del tiempo. “Antes de tener el triciclo, todo era muy complicado”, dice, “porque no tenía ningún medio [para transportarla]. Cuando la niña estaba enferma, tenía que cargarla a mis espaldas para llevarla al hospital”.

Otras niñas y niños como Sadié necesitan servicios especiales. “Con el ACNUR creamos un fondo especial para la compra de triciclos, carritos y muletas para niñas y niños que, como Sadié, tienen la movilidad reducida. Hasta ahora, hemos ayudado a seis en el campamento de Djabal y a cuatro en el de Goz-Amir”, dice Woura Mailabele, punto focal de protección infantil del JRS Chad en Goz-Beida.