Camerún: Transformando comunidades
18 junio 2019
Bertoua – En 2017, Camerún recibió a casi 100.000 refugiados y solicitantes de asilo, la mayoría de ellos procedentes de la República Centroafricana (RCA), empujados al oeste por la guerra; sin embargo, también hay refugiados del Chad y Nigeria. Camerún también cuenta con más de 200.000 desplazados internos que huyen de las tensiones políticas y la insurgencia de Boko Haram en su región norte. En el este del Camerún, el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) apoya a los refugiados mediante un programa de medios de vida en Bertoua, ofreciendo formación profesional, apoyo a la creación de empresas y orientación empresarial.
El JRS Camerún ofrece cursos de alfabetización para mejorar las habilidades en comunicación, formación empresarial, orientación a planes de negocio, apoyo económico, etcétera.
Chimene Steva es una refugiada de la RCA, que ahora vive en el campamento de refugiados de Gado-Badzéré con sus dos hijas. Llegó al Camerún hace cuatro años, después de que el conflicto armado la obligara a huir del país. Recientemente, terminó el curso de formación del JRS en cosmética y peluquería. Gracias a sus nuevas habilidades, ha podido abrir su propio salón de belleza, Steva Coiffure.
«Al principio no fue fácil, pero tuve una idea. Llamé a algunas chicas de los campamentos y las peiné gratis. Al cabo de unos días, otras muchachas de los campamentos vieron su peinado y realmente les gustó, así que gracias a esto comencé a tener clientas.»
Antes de la formación, Chimene vendía pasteles en los campamentos. Ahora, combina ambas actividades y vende pasteles en su salón de belleza. Steva Coiffure es el único salón de belleza en el campamento de Gado, y ahora las mujeres refugiadas ya no tienen que ir a la ciudad para este servicio. El sueño de Chimene es ganar suficiente dinero para mejorar su negocio y comprar algunos productos de belleza que no se encuentran en los campamentos. Quiere ayudar a transformar su nuevo hogar y comunidad.
Harouna Marian también vive en el campamento de refugiados de Gado y es alumna del programa de medios de vida del JRS. Harouna huyó de su país estando embarazada cuando su esposo fue asesinado durante la guerra en la RCA.
“Nunca fui a la escuela, y antes de la formación me quedaba en casa. Comencé el curso de alfabetización del JRS en el campamento y, en cinco meses, aprendí a leer y escribir. Luego me matriculé en el curso de formación profesional de mecánica del JRS.” Harouna está a punto de completar con éxito su formación.
“Desde que era niña soñaba con ser mecánica, pero la gente siempre me decía que no es un trabajo para mujeres. Tras una de las sesiones de sensibilización del JRS sobre género y ocupaciones, me di cuenta de que esto no es cierto y que puedo hacer lo que quiera. Así que, unos días después, decidí inscribirme en el curso de mecánica. Ahora sé que puedo seguir con mi vida. Puedo leer y escribir, y ayudar a mi familia, porque ahora tengo una profesión y puedo encontrar un trabajo.» Harouna quiere decir a todas las mujeres o niñas en su misma situación que no escuchen a los críticos porque «no hay nada que no puedas hacer; solo hay que tener la voluntad.»
Jean Cadeau y Mahamat son dos refugiados que viven en Garoua Boulai, una ciudad en la frontera entre Camerún y la RCA. Ambos han completado la capacitación del JRS en mantenimiento de computadoras y decidieron abrir su propio negocio de fotocopias, impresión, reparación de ordenadores, etcétera. Jean Cadeau dice que “el mundo está computarizado y es por ello que decidimos crear nuestro negocio. Creemos que las personas en Garoua Boulai necesitan tener acceso a este tipo de servicio. Hay algunos problemas de electricidad, pero nuestro sueño es mejorar el negocio y crear el primer cibercafé de la ciudad.»
Mahamat comparte el sueño con Jean Cadeau. Se vio obligado a abandonar la escuela porque no tenía dinero para seguir con sus estudios. Ahora, tras la formación del JRS, y gracias a los ingresos de su negocio, espera volver a la escuela. Se sienten felices de ver el efecto que su trabajo ha tenido en la comunidad. Mahamat dice que “la gente nos felicita por nuestra iniciativa cuando vienen y saben que somos refugiados. A menudo, la gente dice que «¡esta es la primera vez que vemos a refugiados abrir un negocio!» Nos sentimos muy orgullosos, y todos nuestros vecinos nos animan.»