Chad: el compromiso de la comunidad a favor de la educación durante el COVID-19
19 julio 2021
Cuando las escuelas cerraron por la crisis del COVID-19, los estudiantes refugiados, sus padres y los profesores tuvieron que encontrar formas innovadoras para garantizar que las clases siguieran siendo impartidas a pesar de la escasez de recursos.
Soumaya
Soumaya es una estudiante de 20 años del Lycée (escuela secundaria) del campo de refugiados de Djabal. Lleva 16 años viviendo allí. No obstante los obstáculos a su educación cuando su escuela cerró debido a la pandemia, Soumaya se mantuvo motivada y disciplinada con sus estudios. Aspira a ser médica.
¿Cómo conseguiste seguir estudiando cuando la escuela cerró debido al COVID-19?
«No tengo teléfono ni radio para seguir los cursos a distancia. Al principio fue difícil, pero nos dieron libros de texto, lo que facilitó todo. Además, nos dividieron en grupos de trabajo compuestos por niños con smartphones y sin smartphones. También podía ir a casa de mi profesor para hacer preguntas sobre los asuntos. Los profesores también fueron invitados a venir a nuestras casas para enseñar a pequeños grupos de alumnos. Durante el mes en el que estuve sin libro de texto, solo podía leer los apuntes que había tomado en mi cuaderno en clase. El COVID-19 me ha impedido aprender muchas cosas»
¿Tenías que hacer alguna tarea en casa aparte de estudiar?
«Cocinaba y salía a buscar agua y madera. También limpiaba la casa. Conseguía dedicar cuatro horas al día a estudiar, dos por la mañana y dos por la tarde».
¿Quién te ayuda en tus estudios?
«Sólo mi madre, pero tiene problemas de visión y no ha podido ayudarme. Mi padre está en Sudán y no lo veo desde hace años. Mi madre es la única que se ocupa de mis dos hermanos, mis dos hermanas y de mí. Ella paga nuestra comida y los costes de la escuela. También trabajo en el sector de la construcción para ayudar».
¿Qué sensación tuviste cuando la escuela volvió a abrir sus puertas?
«Me sentí feliz porque los estudios son importantes para mí. Me resultó fácil volver a la escuela porque había estudiado mucho en casa»
¿Ya tienes idea de lo que te gustaría hacer en el futuro?
«Me gustaría ser médica. En casa tenemos muchos problemas, pero voy a dar prioridad a mis estudios porque es mi futuro».
Izzadine
Izzadine es un estudiante de 19 años del Lycée (escuela secundaria) del campo de refugiados de Djabal. Lleva 18 años viviendo allí. El hecho de que el cierre de las escuelas no le haya impedido trabajar duro y utilizar nuevas formas de aprendizaje, como los smartphones y los grupos de WhatsApp, hace que se sienta orgulloso. A Izzadine le gustaría trabajar en la administración.
¿Cómo se ha visto afectado tu año académico por el COVID-19?
«Con el COVID-19, las escuelas de todo el mundo cerraron, también aquí en Chad. Algunas permanecieron cerradas durante tres meses y tuvimos que pasar a la enseñanza a distancia. Estudiamos con la radio Sila (una radio comunitaria de Goz-Beida), con WhatsApp y en grupos de trabajo. Tengo un smartphone y WhatsApp fue el canal que más utilicé durante el periodo de cierre de la escuela Hacíamos actividades y enviábamos una foto a los profesores. Algunos alumnos participaron en estos cursos a distancia, pero otros no tenían los recursos adecuados, como teléfonos móviles. Los alumnos con smartphones fueron agrupados con los que no tenían. Fue la primera vez que vivimos una crisis así, pero conseguimos salir con la cabeza alta».
¿Te resultó difícil estudiar a distancia?
«No fue fácil estudiar con estos sistemas, pero si estás comprometido, puedes tener éxito. El árabe y la filosofía se impartían por radio y eso fue difícil, porque no tenías la oportunidad de hacer preguntas al profesor. Otro obstáculo era la baja calidad de la conexión o los gigabytes limitados para subir y descargar las imágenes. Los profesores hicieron todo lo posible para ayudarnos. También fue la primera vez que seguimos cursos a distancia, lo que no fue fácil. Al principio fue una gran sorpresa, pero el JRS nos acompañó y nos ofreció WiFi en el centro de aprendizaje del JRS».
¿Te sentiste preparado para los exámenes BAC?
Pensaba que lo había hecho bien, pero mis notas no fueron lo suficientemente buenas. Por lo tanto, este año voy a hacer el examen BAC otra vez”.
¿Ya tienes idea de lo que te gustaría hacer en el futuro?
«Quiero estudiar Administración General en la Universidad, pero tengo recursos económicos limitados».
Abdallah
Abdallah es un profesor de matemáticas de 39 años en el Collège (primer ciclo de secundaria) y el Lycée (segundo ciclo de secundaria) del campo de refugiados de Djabal. Él y otros profesores se encargaron de sensibilizar sobre el COVID-19, y rápidamente adaptaron las lecciones a través de grupos de WhatsApp, asegurándose de que los estudiantes sin smartphones trabajaran en grupos con estudiantes que sí tenían acceso a ellos. Abdallah habla del cierre de las escuelas como algo traumático, ya que la pandemia puso en peligro la educación de los alumnos y su futuro.
¿Cómo hicieron los profesores para continuar con su trabajo aunque las escuelas estuvieran cerradas a causa del COVID-19?
«No teníamos otra opción. Los profesores empezamos a concienciar (sobre el COVID-19) a los grupos del campamento. Cuando las escuelas cerraron, los cursos a distancia fueron un desafío para los estudiantes, especialmente para los que no tenían teléfonos móviles, por lo que no podían acceder a WhatsApp. Además, algunos estudiantes con teléfono móvil no tenían dinero para comprar crédito telefónico. Decidimos dividir a los alumnos para que los que tenían teléfono pudieran compartir las tareas con los que no tenían uno. Los profesores enviaban los ejercicios por WhatsApp y los alumnos les respondían con una foto de sus respuestas. El Team-Teaching transmitió las lecciones por radio con Radio Sila Eso también sirvió de ayuda a los alumnos que no tenían un smartphone, por ejemplo. Los cursos de matemáticas fueron especialmente difíciles, ya que las pizarras son necesarias para explicar los problemas matemáticos. Algunos refugiados y estudiantes chadianos fueron a casa de sus profesores para hacer preguntas sobre las lecciones».
¿Qué sintió usted como profesor?
«Las escuelas fueron cerradas de un día para otro, de manera inesperada, lo que fue terrible. Me quedé sin palabras, ¡era la primera vez que se suspendían los cursos! Me afectó psicológicamente, porque estaba en juego la educación y el futuro de nuestros hijos».
Aicha
Aicha es un miembro de 56 años de la Asociación de Padres de Alumnos (APE en francés) del Collège (escuela secundaria inferior) del campo de refugiados de Djabal. Ella y otros padres se organizaron con el ACNUR y el JRS para dar a conocer el COVID-19 y distribuir mascarillas en los campamentos. La pobreza no permitió que muchos estudiantes participaran en los cursos impartidos mediante grupos de WhatsApp Además, muchos estudiantes no volvieron a la escuela una vez que ésta reabrió sus puertas. Aicha y otros padres fueron ayudados por una iniciativa del JRS, para promover la importancia de regresar a la escuela.
Háblenos de las primeras semanas en las que las escuelas estuvieron cerradas debido al COVID-19.
«Con la llegada del COVID-19 los estudiantes estaban abatidos, especialmente los que se preparaban para los exámenes. No se sabía si los exámenes iban a tener lugar ese año. No fue nada fácil para los estudiantes. Las APE se reunieron con el ACNUR y el JRS para buscar una solución. Distribuyeron mascarillas y organizaron actividades de sensibilización en el campamento»
¿Los cursos a distancia ayudaron a los alumnos a seguir estudiando a pesar del cierre de las escuelas?
«La comunidad estaba satisfecha con los cursos a distancia (WhatsApp) y las clases por radio. Los profesores también encontraron una fórmula para ayudar a los alumnos que no tenían smartphones o radios y los pusieron a trabajar en grupos con alumnos que tenían acceso a WhatsApp».
¿Cuáles fueron los principales desafíos que los estudiantes enfrentaron mientras las escuelas estaban cerradas?
«La pobreza de la comunidad no fue de ayuda. Muchos estudiantes tenían la voluntad de seguir estudiando, pero les faltaban los medios para participar en los cursos a distancia. Muchos no tenían un smartphone, crédito telefónico o una radio. Algunos preferían trabajar en el campo. Las chicas también estaban sobrecargadas de tareas domésticas».
¿Cómo reaccionó la comunidad cuando las escuelas volvieron a abrir?
«La comunidad se alegró cuando los cursos volvieron a empezar. Sin embargo, algunos estudiantes regresaron a la escuela más tarde, porque sus padres se los llevaron para trabajar en el campo. El JRS, en colaboración con las APE, organizó varias campañas de sensibilización sobre la importancia de volver a la escuela. Estas campañas sirvieron para que muchos estudiantes regresaran a las aulas».