El Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) pide a los líderes mundiales que garanticen que los esfuerzos de vacunación contra el COVID den prioridad a todos los países por igual, e incluyan a los refugiados y a otras personas desplazadas por la fuerza en los planes de distribución de vacunas de cada país.
«El JRS acompaña a las personas desplazadas por la fuerza en 56 países de seis continentes, y nuestra presencia pone de manifiesto la obligación moral y ética de garantizar que los refugiados estén seguros y protegidos del virus», dijo padre Thomas H Smolich, S.J, Director Internacional del Servicio Jesuita a Refugiados. «La igualdad de acceso a las vacunas es necesaria para garantizar la salud pública de toda la sociedad. No podremos sanar y avanzar hasta que todos, incluidos los desplazados forzosos, estemos vacunados».
La dignidad de cada persona humana debe ser el principio rector de los esfuerzos de vacunación mundiales y nacionales. El Papa Francisco ha hecho un llamamiento a los líderes mundiales, a las empresas y a los organismos internacionales para que promuevan «la cooperación y no la competencia, y para que busquen una solución para todos» en lugar de «dejar que las leyes del mercado y las patentes prevalezcan sobre la ley del amor y de la salud de la humanidad». El Santo Padre ha insistido en la necesidad de «vacunas para todos, especialmente… los más vulnerables y necesitados de todas las regiones».
Su argumento no ha caído en saco roto. La Organización Mundial de la Salud está fomentando la distribución equitativa de vacunas a través de la iniciativa de Acceso Global para Vacunas Covid-19 (COVAX), que incluye disposiciones especiales para los refugiados. El JRS apoya los esfuerzos para suspender temporalmente los derechos intelectuales y de patente de las vacunas COVID-19, permitiendo una producción de vacunas más rápida y rentable en el propio mundo en desarrollo.
Dado que la mayoría de las personas desplazadas por la fuerza viven en paises en vias de desarrollo, el JRS apoya especialmente las políticas no discriminatorias que incluyen a los refugiados y a los desplazados en la distribución de vacunas y en los esfuerzos de educación en estos países. Mientras algunos paises hacen planes de vacunación que excluyen o restringen severamente a los refugiados, otros están siguiendo las prácticas de vacunación sugeridas por la Organización Mundial de la Salud. Por ejemplo, Jordania se ha comprometido a que cualquier persona en suelo jordano pueda registrarse y reciba la vacuna de forma gratuita. Sin embargo, el acceso no siempre es suficiente. Muchas personas desplazadas por la fuerza viven sin estatus legal, y hay que abordar su temor a ser detenidos y deportados por participar en los programas de vacunación.
La pandemia ha supuesto grandes retos para los desplazados de todo el mundo. Las niñas y mujeres refugiadas confinadas en sus hogares se enfrentan a un mayor riesgo de violencia de género, el acceso a la escuela de los niños refugiados ha sido limitado, las oportunidades de empleo y económicas se han visto mermadas, y la recesión económica mundial ha provocado escasez de alimentos en los campos de refugiados y en las comunidades pobres. Seguiremos acompañando a los refugiados y trabajando con las organizaciones regionales asociadas para ofrecerles apoyo cuando lo necesiten. El JRS hace un llamamiento a todos los responsables de la toma de decisiones para que atiendan las necesidades de todos dentro y fuera de sus fronteras, incluyendo a los desplazados forzosos. Como dijo padre Smolich, «La vacuna trae la esperanza de acabar con el sufrimiento de la pandemia y el JRS afirma que todos tienen derecho a compartir esa esperanza».