Nosotras, las comunidades religiosas de todo el mundo, declaramos nuestro compromiso común de acompañar al sufrido pueblo de Myanmar y pedimos a los militares del país que pongan fin a la violencia, respeten la santidad de toda vida humana y trabajen por una paz justa y duradera en todo el país, basada en la voluntad del pueblo.
Desde los acontecimientos del 1 de febrero de 2021, hemos observado con profunda preocupación el aumento de las necesidades humanitarias y la espiral de desprecio por los derechos humanos que, como siempre, afectan más a nuestros hermanos y hermanas más vulnerables.
Como actores humanitarios basados en la fe, no nos quedaremos callados mientras hoy en Myanmar:
- niños, mujeres y hombres son asesinados y heridos debido a la creciente violencia;
- los alimentos, el agua, el refugio y el acceso a la atención sanitaria se han convertido en necesidades urgentes;
- las fuerzas de seguridad utilizan a los civiles como escudos humanos y la violencia sexual se ha convertido en un arma;
- la inseguridad alimentaria y la desnutrición se extienden agravando aún más los daños socioeconómicos sufridos por el COVID-19;
- decenas de miles de personas se ven desplazadas de sus hogares y obligadas a huir en busca de protección que a menudo se les niega en las fronteras vecinas;
- los esfuerzos de asistencia humanitaria se ven frustrados debido a las zonas inseguras y a las carreteras intransitables;
- las casas de culto son atacadas y destruidas mientras sirven de refugio a ancianos y niños, en contra de las convenciones internacionales;
- la atención sanitaria, la educación y las cadenas de suministro, por nombrar algunos servicios esenciales, se ven gravemente perturbadas.
Sumamos nuestras voces a la del Secretario General de la ONU, António Guterres, cuando pide a los militares del país que respeten las aspiraciones democráticas del pueblo, al tiempo que hace un llamamiento a la comunidad internacional para que responda a la continua tragedia humanitaria.
Unimos nuestras oraciones a las del Cardenal Arzobispo Bo de Rangún cuando dice: «Esto tiene que parar. La paz es posible; la paz es el único camino. Hacemos este llamamiento urgente como grupo de líderes religiosos, no como políticos. Rezamos por la paz en esta gran tierra de Myanmar y esperamos que todos podamos vivir como hermanos y hermanas.»
ADF International
Columban Center for Advocacy and Outreach
Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor
Congregation of Sisters of Mercy
COREIS Comunidad Religiosa Islámica Italiana
Edmund Rice International
Fondazione Proclade Internazionale ONLUS
Franciscans International
Fundación ALBOAN
Fundación Entreculturas – Fe y Alegría
HIAS
Institute of Sisters of Mercy of Australia and Papua New Guinea
International Catholic Migration Commission
Jesuit Mission Australia
Servicio Jesuita a Refugiados
JPIC Comisión USG-UISG
Justice Revival
Mercy Foundation
Mercy International Association – Global Action
Centro Nacional de Defensa de las Hermanas del Buen Pastor
NEW HUMANITY
Religions for Peace
Sisters of Mercy of the Americas Justice Team
Sisters of Mercy Paramatta
SJ Around the Bay
Secretariado de Justicia Social y Ecología, Compañía de Jesús, Roma
Unión para el Judaísmo Reformista
Union of Sisters of the Presentation of the Blessed Virgin Mary
Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones de la Universidad Pontificia, Comillas