Una guía para construir una educación más inclusiva para los niños refugiados con discapacidad
03 diciembre 2023
Los niños refugiados con discapacidad experimentan una realidad de exclusión y marginación que los sitúa entre las personas desplazadas más vulnerables del mundo. Se les excluye de la participación en actividades sociales y del acceso a la escuela, no solo por su discapacidad, sino especialmente por las barreras sociales, culturales y políticas que les impiden disfrutar de las mismas oportunidades que sus compañeros.
Daniela Bruni, especialista en educación en contextos de emergencia —que ha supervisado los proyectos relacionados del JRS durante los dos últimos años— ha elaborado una guía sobre educación inclusiva.
¿Qué le llevó a servir a los desplazados?
La exclusión de un ser humano de la sociedad. Siempre me ha parecido un ataque a la dignidad humana permitir que mujeres, hombres y niños vivan en un estado de abandono, a veces confinados en campos de refugiados de los que no pueden salir. En más de 25 años de trabajo en educación, hay situaciones y personas que me han impactado más que otras: me ha ocurrido con los refugiados y las personas con discapacidad, porque están más excluidos que nadie. Las barreras que encuentran alimentan el estigma, las creencias religiosas y la exclusión hacia ellos, no solo por parte de la sociedad, sino de la propia familia. Una imagen muy clara que me viene a la mente es cuando empecé a trabajar con el JRS en 2021. Estábamos en Tanzania, donde muchos niños con discapacidad no iban a la escuela y se quedaban con sus padres dentro de casa sin posibilidad de salir porque a los padres les daba vergüenza mostrar que sus hijos tenían discapacidad.
¿Cuáles son las barreras que impiden a los niños con discapacidad acceder a la educación en igualdad de condiciones que los demás?
Las barreras son actitudes negativas, estereotipos, creencias y comportamientos sociales. Todo lo que crea nuestra mente y que provoca un distanciamiento; no nos acercamos a una persona con discapacidad porque la consideramos diferente a nosotros. Los niños refugiados con discapacidad pueden tener dificultades para acceder al aula: si van en silla de ruedas y la puerta del aula no es adecuada, no pueden entrar. En clases con 40 niños y un profesor, como suele ocurrir, si un niño con discapacidad visual se coloca al fondo, no podrá seguir la lección.
Estos son solo algunos ejemplos concretos de barreras, que pueden ser culturales, sociales, físicas y políticas. Para entenderlas mejor, piense en una pirámide. En la base están las barreras políticas, que se refieren al desarrollo de programas y servicios accesibles a los niños con discapacidad. En muchos países no existe la inclusión; solo en los últimos años se ha hablado de incluir a las personas con discapacidad en las escuelas o en el lugar de trabajo.
Subiendo por la pirámide están las barreras físicas, y luego las barreras sociales, es decir, todo lo que impide o aumenta las dificultades de los niños para acceder a la escuela o a actividades recreativas, por ejemplo. En la cumbre de la pirámide están las barreras culturales, que incluyen los estereotipos y prejuicios que la gente tiene sobre las personas con discapacidad y que alimentan y permiten que persistan la exclusión y la discriminación.
En el panorama de la educación inclusiva en contextos de desplazamiento, ¿qué papel desempeña el JRS?
El JRS desempeña un papel importante en el desarrollo y la puesta en marcha de la educación inclusiva en contextos de refugiados y desplazados internos.
Para ofrecer una educación de calidad en situaciones de emergencia sin dejar a nadie atrás, el JRS adopta un enfoque participativo en el desarrollo del programa, que incluye a todos los participantes en el mismo y en primer lugar a los directamente afectados: los niños y adolescentes, incluidos aquellos con discapacidad. Esto permite responder rápidamente a las necesidades creando un entorno de aprendizaje inclusivo, sin imponerlo, sino construyéndolo juntos.
¿Puede contarnos algún encuentro o acontecimiento especialmente transformador que haya vivido trabajando con desplazados forzosos?
Hay un momento que se me quedó especialmente grabado y fue cuando dirigí el proyecto de educación inclusiva en el campo de refugiados de Nyarugusu, en Tanzania, que permitió a 700 niños con discapacidad acceder a una educación de calidad y asistir a la escuela.
El proyecto incluía la distribución de equipos especiales, como gafas, alfabetos braille, audífonos y sillas de ruedas, cada uno de ellos basado en necesidades individuales previamente identificadas mediante reconocimiento médico. Me impresionó ver las caras de los niños cuando se pusieron las gafas y empezaron a ver. Estaban asombrados, gritaban de alegría, corrían. Resolver lo que podía ser un problema absurdo, como ver de forma borrosa, para esos niños significaba que se sentían más seguros y preparados para poder seguir las clases en igualdad de condiciones que sus compañeros.
¿Qué motivó la creación de una guía sobre educación inclusiva? ¿Podría explicarnos cuáles son los objetivos principales y el impacto previsto de esta guía?
La guía está dirigida al personal del JRS que trabaja para promover la educación, la igualdad de género, la inclusión social, la integración, la formación y la autonomía de los niños y adolescentes refugiados y desplazados forzosos con discapacidad. Su objetivo es mejorar y reforzar los proyectos de educación inclusiva y guiar al personal educativo del JRS in situ en la creación de un entorno de aprendizaje más inclusivo.
Hoy es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. ¿Por qué cree que sigue siendo crucial celebrar este día?
El día 3 de diciembre es importante para concienciar sobre la promoción de los derechos y el bienestar de las personas con discapacidad en todos los aspectos de sus vidas. Hoy celebramos el valor de la diversidad y recordamos una vez más que la convivencia es un gran enriquecimiento.
*la guía está redactada en inglés.