El aprendizaje siempre ha sido una prioridad para Mary Nyaluak Lam, una sudanesa de 25 años. Se trasladó por primera vez a Kenia cuando era una niña, con el deseo de recibir una educación, pero sin poder asistir a la escuela en su país debido a la violencia existente.

Tras la guerra civil de 2013, Mary y su familia se convirtieron en refugiados y su vida en Nairobi se volvió más difícil. «Recuerdo que no fui a la escuela durante dos semestres simplemente porque no tenía dinero para pagar las tasas.»

Gracias a su fuerza y resistencia, Mary se graduó en el instituto, pero encontró pocas opciones disponibles después. Como ella misma admite: «después del instituto no tenía esperanzas y me planteé el matrimonio.»

Para apoyar a estudiantes como Mary a construir su futuro, el JRS puso en marcha un programa nuevo e innovador llamado Pathfinder. Para responder a la necesidad de empleo, de generación de ingresos y de trayectorias profesionales satisfactorias para los jóvenes refugiados, el programa Pathfinder vincula las oportunidades de educación superior y de formación profesional con las vías de empleo y de negocio.

Reconociendo la importancia de la independencia económica, pero yendo más allá, el programa Pathfinder también ayuda a los refugiados a lograr su crecimiento personal. A través de la tutoría, la orientación profesional y la estrecha relación con las comunidades, los graduados de Pathfinder se convierten en agentes de cambio positivo y de cohesión social.

Dada la predisposición y el interés de Mary por obtener un título universitario, se inscribió como parte del primer grupo del programa del Global Education Movement (GEM) de la universidad Southern New Hampshire University (SNHU), ofrecido en colaboración con el programa Pathfinder del JRS en Nairobi, Kenia.

Mary fue la primera graduada del programa y define esta experiencia como «un cambio de vida.»

Como parte de la clase del GEM de la universidad SNHU, no solo adquirió formación de nivel universitario, sino que también participó en talleres relevantes. «Soy más competitiva en el mercado laboral gracias a las habilidades que adquirí en el programa, lo que supone un gran impacto no solo para mí, sino para el conjunto de habilidades que aporto a mi lugar de trabajo.» Mary descubrió sus puntos fuertes, como las habilidades interpersonales y desarrolló habilidades empresariales, que ahora está deseando enseñar a otros.

Al terminar sus estudios —y gracias a un momento de relativa paz en Sudán del Sur— Mary volvió a su ciudad natal, Yuba. «No había vuelto a casa desde los enfrentamientos de 2005, por lo que visitar a mis padres y a mi familia era uno de los objetivos clave por los que regresé.»

Una vez reunida con su familia, comenzó a explorar oportunidades de empleo. Gracias a su experiencia en el GEM, confiaba en su capacidad para conseguir un trabajo. «El programa de estudios me ha dotado de una buena mentalidad y me he convertido en un tipo de persona que debe ver todos los aspectos de la vida de forma positiva.»

Durante cinco meses hizo prácticas en varias organizaciones y luego consiguió un ascenso: «[Voy a ser] Directora de Materiales en una de las principales empresas de petróleo y gas que operan aquí en Sudán del Sur, lo cual es una tarea enorme para una recién licenciada sin años de experiencia en ese campo.»

Reflexionando sobre su trayectoria, Mary tiene un mensaje que compartir con las comunidades de refugiados de todo el mundo: «sigan animando a las niñas a ir a la escuela porque hay enormes oportunidades para todos.»