Líbano: Más aferrada a la vida

24 abril 2019

Mujeres y sus hijos se reúnen en el Líbano para compartir historias. (Servicio Jesuita a Refugiados)
Mujeres y sus hijos se reúnen en el Líbano para compartir historias. (Servicio Jesuita a Refugiados)

Beirut – el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) ha implementado una nueva técnica de seguimiento y evaluación – el Cambio Más Significativo (MSC, por sus siglas en inglés) -, que se centra en los resultados y el impacto de nuestros servicios a través de historias que han permitido el cambio en la vida de las personas. El MSC permite que las valiosas historias y experiencias de los refugiados ayuden a modelar su futuro y mejoren el trabajo que el JRS está haciendo. Nos permite acompañar a los refugiados en su camino, yendo a su lado y escuchando sus historias.

En un reciente taller sobre el MSC en el Líbano, Noor, una refugiada siria, reflexionó sobre el impacto que los servicios del JRS tuvieron en su vida.

Ya había intentado suicidarme en dos ocasiones. La primera vez me tiré al mar; la segunda, tomé calmantes. Sobreviví a ambos intentos.

Mi principal problema en ese momento era mi suegra. Esa mujer me aterrorizaba. Me  obsesionada la idea de que ella me iba a matar. No podía comer nada cocinado por ella, pensando que la habría envenenado. Cuando comenzó la guerra, mi esposo decidió trasladarse al Líbano. Si para las demás personas la guerra fue motivo de miedo y terror, para mí supuso poder huir y alejarme de mi suegra.

Al mudarnos al Líbano, tuvimos que vivir en una habitación muy pequeña y las cosas fueron de mal en peor. Si bien ya estaba muy lejos de mi suegra, ahora me estaba asfixiando en una habitación de tres metros. No podíamos salir por nuestros problemas financieros; era una vida muy estresante, así que intenté suicidarme por tercera vez, pero volví a sobrevivir. Fue entonces cuando mis vecinos me presentaron al JRS. Comencé sesiones de terapia. Las cosas mejoraron, empecé a recuperarme y volví a tener esperanza en la vida. Un día, mientras amamantaba, mi hijo dijo: «Mamá hay un globo en tu pecho.» El médico confirmó mi sospecha: «Tengo cáncer de mama.»

No había otra opción. Tenía que operarme en el Líbano si quería vivir, y así lo hice.
Noor, participante del Cambio Más Significativo del JRS

La situación económica era muy difícil, y regresar a Siria era imposible. Si bien había logrado reunir el dinero para la operación, seguía necesitando sesiones de quimioterapia y medicamentos. No nos lo podíamos permitir.

Éramos la única familia siria en el barrio y nuestros vecinos conocían bien nuestra situación. Así que algunos de ellos dejaron dinero debajo de la puerta y otros compraron mis medicamentos. También me corté el cabello y lo vendí, pero el dinero que recibí por él apenas cubría el costo de una sola sesión de quimioterapia. Los niños finalmente se dieron cuenta de nuestra situación extrema y querían vender sus juguetes y ropa para ayudar. ¡Mi esposo y los niños me sorprendieron un día cuando regresaron a casa con la cabeza rapada! Mi hijo menor me dijo: “Mira mamá, ¡todos nos parecemos a ti ahora! ¡Todos tenemos el mismo aspecto!

La atención que encontré en casa cuando enfermé era increíble, todo el ambiente cambió. Mi esposo y yo nos acercamos. Mis hijos comenzaron a ayudar con las tareas domésticas y se comportaban mejor en la escuela. Se pusieron más juiciosos y comenzaron a estudiar más. Sus esperanzas y aspiraciones llenaron sus corazones con planes para convertirse en médicos.

 

El cáncer me enseñó a aferrarme más a la vida. A no dar nada por sentado.
Noor, participante del Cambio Más Significativo del JRS

En el cumpleaños de mi hijo, reuní todas mis fuerzas y fui a buscarle un pastel. Quería vivir cada momento con ellos. Comencé a amar más la vida, quería vivir al menos por él. Todavía era demasiado pequeño para sobrevivir sin una madre. Necesitaba vivir para él. Ahora aprecio cada momento. Los amaneceres y las puestas de sol tienen más valor. Una taza de café con mi marido tiene un sabor especial.

Cuando finalmente me recuperé del cáncer, decidí superar mi miedo y llamar a mi suegra para ver cómo estaba. El JRS, a través del psicólogo, me ayudó a superar muchos de mis problemas y preocupaciones, muchas de mis inseguridades y la depresión. Su acompañamiento durante mi enfermedad fue todo el apoyo que necesitaba.