Líbano: La historia de Nour
24 enero 2019
Bar Elias – Nour tiene 13 años y lleva seis estudiando en la Escuela Telyani del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS). Hace una descripción de su experiencia en la escuela al JRS sin obviar otros temas que la afectan más.
Ya no estoy sola
“En la escuela, siento que siempre quiero saber más y he aprendido muchas cosas importantes. Para mí fue muy significativo entender el valor de la perseverancia. Ahora, a diferencia de antes, si me encuentro con dificultades en un tema determinado, no me rindo diciendo que no puedo hacerlo. No. Sigo con eso hasta que lo entiendo. También puedo hablar con la Srta. Hoda (la trabajadora social) y la Srta. Nour (la psicóloga) sobre todo lo que me molesta.»
Mi mayor temor es también mi deber.
Hace dos años, cuando Nour tenía apenas 11, perdió un curso completo de escolarización. Se le acercó un hombre que le ofreció un trabajo que, según le dijo, era muy sencillo y que apenas requería unas pocas horas de trabajo al día. Ella le dijo que su prioridad era asistir a la escuela, pero él le recordó que su familia tenía deudas que pagar y le aseguró que ella podría estudiar todos los días. Prometió que le ayudaría a pagar las deudas de su familia y que vivirían en una casa, sin pagar alquiler.
No cumplió ninguna de las promesas. Nour, junto con sus dos hermanas menores, trabajaba de 4 de la madrugada a 6 de la tarde, seis días a la semana, cultivando y recogiendo patatas.
No pagó la deuda de su familia.
Este verano, volvieron a sacar a Nour de la escuela cuando unas personas del campamento dijeron a sus hermanos que la escuela de verano era solo de actividades recreativas, y, por lo tanto, una pérdida de tiempo. La enviaron a quedarse temporalmente con su hermana en Jounieh, una ciudad al norte de Beirut.
La trabajadora social de la escuela, Hoda, se enteró de ello cuando Nour regresó y le dijo dónde había estado y por qué. Así que Hoda invitó a la madre de Nour a una reunión para explicarle qué suponía el programa de la escuela de verano, y que si Nour no asistía se retrasaría en los estudios. Convenció a la madre de Nour y la niña regresó a la escuela lo que quedaba del verano.
Pero ella sintió ese mismo miedo nuevamente al iniciar el nuevo curso. Su familia estaba pensando en sacarla de la escuela para que pudiera trabajar y ayudarles económicamente.
«Pronto [la escuela] no será una opción, tendré que ganar dinero y ayudar a mi familia, y ese es mi mayor temor, pero también es mi deber.»
Lo que más me molesta
Algunos días, Nour no puede asistir a la escuela porque tiene que llevar a su madre enferma a un centro médico. Su madre no puede leer ni escribir, y eso hace que Nour tenga miedo de que su madre se pierda si no la acompaña a sus citas.
«En cierta ocasión, estábamos en el taxi, y me di cuenta de que, de nuevo, no llegaría a tiempo a la escuela, y eso es algo que siempre me ha molestado. Lo dije en voz alta. Mi madre rompió a llorar y me pidió perdón. Me partió el corazón, le aseguré que no importaba y le besé la cabeza. A partir de ese día, me guardo los sentimientos. Me sentí muy culpable por hacer que mi madre enferma se culpase de mis faltas ocasionales a clase. Sin embargo, no me molesta tener que acompañarla, sino que cuando estoy ausente, me atraso y el estudio se me complica. Otros días me quedo en casa por las mañanas y estudio, pero sigo mirando el reloj con impaciencia hasta que es hora de ir a la escuela.»
Seré abogada
“Mi maestra, Samia, nos dio un consejo que realmente me gustó, y cuando las cosas se ponen difíciles me acuerdo de sus palabras. Nos dijo que no miremos donde estamos ahora, en este punto del tiempo, sino que vayamos más allá y miremos al futuro. Que nos centremos en lo que vemos allí. Muchas personas me dicen que ni es importante ni necesario que me convierta en abogada. Los escucho pero no les hago caso; no miro el presente. Veo mi objetivo, veo a Nour, la abogada.»