Líbano: la Escritura como Forma de Curación

20 junio 2021

Persona del JRS realizando visitas a domicilio en Beirut, Líbano.

Nawal, antigua estudiante de matemáticas en Siria, no esperaba que su vida y su trabajo cambiaran radicalmente cuando decidió huir con su marido y su hijo al Líbano en 2011. Su familia era su prioridad y quería protegerla por todos los medios, así que buscó intensamente un trabajo. Llamó a todas las puertas, preguntó a todos los que se cruzaban en su camino y navegó por Internet en busca de cualquier oportunidad.

El mayor temor de Nawal era la “soledad”, no podía soportar estar sola sin sus padres o sus suegros en un país totalmente extraño y diferente. «Solía romper a llorar cada vez que me sentaba sola y reflexionaba sobre lo ocurrido en mi país. No podía entender la destrucción y cómo acabé aquí sola.», describe Nawal con dolor al recordar sus primeros años en el Líbano.

La intervención del equipo de visitas domiciliarias

Conocer al equipo de visitas domiciliarias del centro Frans ver der Lugt (FVDL) en Bourj Hammoud en 2014 tuvo un impacto positivo en la vida de Nawal. Empezaron a visitarla en su casa y también conocieron a los integrantes de su familia. A menudo se interesaban en cómo estaba y le apoyaron en los malos momentos. «El equipo de visitas a domicilio es como mi familia, les cuento mis problemas, mis necesidades, mis altibajos… Me han seguido desde el primer día y ahora están al tanto de todas las etapas importantes de mi vida.», explica Nawal. En otro contexto, Nawal describió a una integrante del equipo de visitas domiciliarias como una “hermana” que lo comparte todo con ella. Una hermana que le anima y celebra sus éxitos.

En 2016, Nawal compartió con Elizabeth, una integrante del equipo de visitas domiciliarias, un borrador sobre su trayectoria personal como refugiada. Empezó a escribir para comprender su historia y procesar su experiencia. Para ella, escribir era un acto que consistía en ir desgranando poco a poco su personaje y llegar hasta el fondo, era una autoexploración. «Leer la primera historia de Nawal me llenó de asombro y sentí que definitivamente iba a llegar lejos y que sus escritos superarían la experiencia de escribir un diario», comenta Elizabeth. Al cabo de un tiempo, Nawal informó al equipo de la visita domiciliaria de que había conocido a un periodista que le ofreció un trabajo en un periódico libanés. Ella transformó sus escritos del diario en artículos, ensayos, entrevistas, biografías, reseñas de libros y otros. Nawal no tenía ninguna experiencia en la escritura, pero alentada por el equipo de visitas domiciliarias y su supervisor en el trabajo, mejoró sus habilidades de escritura utilizando recursos de Internet y sitios web. Sorprendentemente, uno de sus escritos fue compartido en un evento de la ONU en la Universidad de San José en Beirut en 2019.

Nawal canaliza su dolor y sufrimiento en su escritura: a menudo llora cuando escribe. Derrama sus sentimientos y los transforma en palabras. «Nuestro sufrimiento me inspiró mucho material para escribir. Escribir me ayudó a superar los sentimientos de angustia por los que pasé.», explica Nawal.  La escritura definió su transformación interior y su crecimiento personal. A través de la escritura, Nawal se da cuenta de que tiene el control de su vida y de que puede extraer algún significado de las dificultades que ha sufrido en los últimos años. Elegir la escritura como medio de expresión fue una decisión valiente para Nawal, porque intentaba utilizar el lenguaje y dar sentido a todos los pesados pensamientos y sentimientos que fluyen en su mente y su corazón. También fue valiente cuando compartió estos escritos personales con los demás.

El equipo de visitas a domicilio es como mi familia, les cuento mis problemas, mis necesidades, mis altibajos. Me han seguido desde el primer día y ahora están al tanto de todas las etapas importantes de mi vida.
Nawal

Ofreciendo acompañamiento durante el encierro por COVID-19

El último encierro por Covid-19 en el Líbano afectó mucho a Nawal. Quedarse en casa fue un gran reto para ella y su familia, que estaban emocionalmente agotados durante estas circunstancias sin precedentes. Nawal no dudó en ponerse en contacto con Elizabeth y expresarle lo que estaba pasando. «Elizabeth fue una de las personas que me apoyó y animó en estos duros momentos. A veces comparto con ella cosas que no comparto con nadie más. Sus palabras curan mis heridas, como si no existieran.», dijo Nawal. A pesar de que el equipo no pudo visitar a Nawal en persona, se mantuvieron en contacto con ella por teléfono y le subían los ánimos cuando se sentía deprimida: «Cuando nos enfrentamos a un problema, lo sentimos como un monstruo enorme. Pero cuando lo compartimos con otros resulta que es sencillo. Sentimos que no estamos solos ante este problema.», comenta Elizabeth sobre la importancia de compartir nuestros problemas con los demás.

Ser un refugiado es, sin duda, una experiencia dura, pero le demostró a Nawal su capacidad de recuperación y de adaptación a las nuevas circunstancias. Ahora conoce su autoestima, es una persona segura y productiva. Estar sola ya no es algo que teme, al contrario, elige quedarse sola de vez en cuando para recargar su energía. Curiosamente, tiene previsto escribir algún día un libro sobre las mujeres y las dificultades a las que se enfrentan en Oriente Medio. Nawal cerró nuestra entrevista con una perspectiva increíble: «Pasé por muchos momentos difíciles a lo largo de estos diez años de ser una refugiada, pero no me rendí. Y aquí estoy, hablando con ustedes y riendo. He descubierto lo fuerte que soy, estar sola lejos de mis padres todos estos años, significa que no soy débil en absoluto.»