Líbano: el JRS sigue apoyando a los afectados por la explosión de Beirut
04 agosto 2021
Un año después de la mortífera explosión de Beirut, las familias de las víctimas siguen luchando contra el dolor de la pérdida de sus seres queridos. A lo largo de este doloroso año, estas familias han experimentado un espectro de emociones que abarcan la conmoción, la ira, la culpa, la pena y la incredulidad. El duelo puede afectar tanto al cuerpo como a la mente y la atención a la salud mental ha sido una prioridad durante estos difíciles días en el Líbano. Desde el primer día de la explosión, el programa de Salud Mental y Apoyo Psicosocial del JRS (MHPSS, por sus siglas en inglés) estuvo disponible por teléfono, en persona, a través de sesiones de grupo e individuales para dar esperanza a esas personas y ayudarles a sanar.
Un día antes de la explosión, Amal* (una participante del Centro Frans van der Lugt (FVDL) en Bourj Hammoud) y su marido estaban disfrutando de las vacaciones de Eid Al Adha en las afueras de Beirut. Pasaron el día junto al río, disfrutando de la agradable brisa, los árboles verdes y el agua refrescante. Su marido le dijo que le parecía estar en el paraíso, pero Amal le contestó que el paraíso sería un lugar más tranquilo y hermoso. Al día siguiente, Amal estaba sentada en su casa de Al Nabaa (a seis kilómetros del puerto de Beirut) preparando para el almuerzo un plato llamado Mloukheye, un guiso hecho con una planta de hoja verde que le encantaba a su marido. Estaba esperando a que él volviera del trabajo para poder comer y charlar juntos. De repente, oyó una enorme y aterradora explosión que sacudió el edificio; el humo negro cubría las calles, los niños lloraban, los cristales caían por todas partes y la gente corría por las calles, tratando de esconderse en cualquier lugar que pudiera.
Preocupada por su marido, Amal intentó llamarle, pero no pudo comunicarse con él. Entonces, se puso en contacto con un familiar que fue a buscarlo a los hospitales, pero lamentablemente, fue otro intento fallido. Al día siguiente, sin embargo, lo encontraron muerto en el Hospital Gubernamental Al Hariri. Fue una de las más de 200 personas que perecieron durante la explosión y otras miles resultaron heridas. Amal recibió la noticia de su muerte con conmoción y dolor y deseó que su día junto al río hubiera durado más tiempo juntos.
Apenas el equipo del JRS se enteró de la muerte de su marido, la llamaron y trataron de apoyarla. El director del proyecto MHPSS y el trabajador social se coordinaron para ayudar a Amal a procesar la pérdida de su marido. Teniendo en cuenta que Amal no tenía hijos ni familiares en el Líbano, crearon un sistema de apoyo formado por las mujeres del centro social. Siguiendo un programa de rotación, las mujeres la visitaban diariamente y le daban el pésame. También recibieron sesiones de concienciación sobre cómo afrontar la situación de Amal y tratar de estar disponibles con ella en la medida de lo posible. Eman, la trabajadora social, también formó a Amal en técnicas de primeros auxilios psicológicos (PAP) para que pudiera utilizarlas cuando lo considerara necesario. «Estoy muy agradecida a Eman (la antigua trabajadora social) y a las mujeres del centro. Estuvieron a mi lado y siempre se preocupaban por cómo estaba. Nunca me dejaron sola», señala Amal.
Sabiendo que aislarse crearía más problemas, aprovechó cualquier oportunidad que pudiera encontrar para ser sociable. Habiendo adquirido habilidades sociales en el curso del centro social del JRS, se apuntó a un curso de mascarilla en una de las organizaciones. «Me asignaron como supervisora porque tengo una buena experiencia en costura. Así que enseñé a los participantes a trabajar con las máquinas de coser y a hacer mascarillas. También conseguí obtener unos pequeños ingresos con este curso. Espero continuar con la segunda ronda el mes que viene», explica Amal. Amal también solicitó formar parte de un curso de producción láctea y espera ser seleccionada por el proyecto financiado para poder trabajar y ganar dinero. «Quiero salir y cambiar mi estado de ánimo y quizá este curso me dé la oportunidad de trabajar algún día en el extranjero», añade Amal.
Amal está considerando la posibilidad de abandonar el país. Quiere estar rodeada de su familia, que vive en Turquía, para poder expresarse y compartir la vida con ellos. Sin embargo, no puede permitirse todos los gastos del viaje. Asimismo, no puede volver a vivir con sus padres en Siria debido a la situación de seguridad y a la dificultad del viaje desde el Líbano a Siria.
No cabe duda de que procesar la pérdida de su marido le ha llevado y le seguirá llevando tiempo. Sin embargo, Amal es una mujer espiritual y está decidida a no dejar que su pérdida la defina. «A través de la oración, el ayuno, las súplicas y el Corán, he conseguido ser paciente. Todavía puedo imaginar a mi marido y oír su voz en la casa, pero la vida sigue», señala Amal. Las olas de solidaridad y el apoyo a la salud mental fueron de gran ayuda. El JRS sigue apoyando a Amal a través de la trabajadora social y la psicóloga, que le proporcionan sesiones individuales para continuar su viaje de curación mientras aprende a adaptarse sin su querido marido.
Amal* es un nombre ficticio utilizado para mantener la confidencialidad.