Jóvenes desplazados en Sudán del Sur aprenden disciplina y trabajo en equipo a través del deporte
06 abril 2022
«Antes de venir aquí, no era feliz», afirma Warmin Rija, refugiado etíope.
El deporte y la actividad física tienen enormes efectos positivos en las personas y las comunidades. Warmin Rija descubrió esta verdad cuando se apuntó a un programa de artes marciales en el centro del JRS.
«Me encontré a mí mismo y he cambiado», cuenta Warmin.
Las artes marciales son una de las actividades que los refugiados pueden realizar en el centro del JRS en Maban. Desde su fundación en 2013, el centro ha sido un lugar para que los jóvenes refugiados se expresen a través del deporte y, a través de la actividad física, los jóvenes crecen en un entorno seguro y de apoyo.
En el centro, a los alumnos de artes marciales se les conoce como «acróbatas». El grupo está dirigido por el instructor Issac Ayub, él mismo es un refugiado que estudió artes marciales en la World Mission School de Etiopía. Ahora Issac respalda a más de 250 jóvenes para que pongan a prueba sus límites, crezcan y trabajen juntos.
En eso consisten las artes marciales: disciplina, trabajo en equipo y retos personales. Issac desea transmitir este mensaje a sus alumnos: «Quiero que tengan respeto, es lo primero que espero que tengan, y luego que tengan conocimientos y que construyan confianza entre ellos. Quiero que [desarrollen] habilidades de relación, quiero que sean buenos líderes en el futuro».
Las actividades deportivas y sociales, como las artes marciales, forman parte de los programas de Salud Mental y Apoyo Psicosocial (SMAPS) del JRS. El objetivo de los programas SMAPS es dar prioridad a las necesidades físicas inmediatas, así como a las psicosociales, ya que esto permite a las personas recuperar la fuerza, la confianza y centrarse en su futuro.
La actividad física es clave para promover este cambio positivo, ya que tiene el poder de fortalecer los lazos sociales y promover el desarrollo y la paz, así como la solidaridad y el respeto para todos.