Etiopía: Ayudándose mutuamente

07 junio 2019

Estudiantes en clase de fabricación de toallas sanitarias. (Servicio Jesuita a Refugiados)
Estudiantes en clase de fabricación de toallas sanitarias. (Servicio Jesuita a Refugiados)

Mai Aini – Para las mujeres refugiadas, tener su ciclo menstrual cada mes puede llegar a resultar algo vergonzoso y peligroso. Ngisti Zeleke es una mujer etíope que ha dedicado parte de su vida laboral a ayudar a las mujeres desplazadas. Actualmente, trabaja como docente de higiene y enseña a otras mujeres a hacer toallas sanitarias de algodón suaves, reutilizables y fáciles de limpiar.

La intención inicial de Ngisti era enseñar durante un mes a solucionar algunos de los problemas higiénicos que enfrentan las mujeres en el campamento de refugiados; sin embargo, como le pidieron que se quedara siguió trabajando en el campamento un año más. Después de trabajar con las mujeres de la comunidad, se dio cuenta rápidamente de que era necesario ampliar los productos a pañales, ropa para niños y mochilas escolares, ya que había una gran demanda de este tipo de artículos.

El otro objetivo de Ngisti era conseguir aceptación y comprensión en el debate sobre materiales higiénicos. «Las toallas sanitarias no son algo malo,» dice ella.

Las toallas sanitarias no son algo malo.
Ngisti Zelenke, refugiada emprendedora

Las toallitas reutilizables son una respuesta a problemas como la falta de agua, lo que puede dificultar que las mujeres en el campamento se mantengan limpias. Muchas mujeres también tienen una menstruación irregular que hace que las toallitas sanitarias desechables no sean prácticas para su entorno.

Las mujeres a las que enseña Ngisti se han beneficiado enormemente de sus cursos. Pueden generar ingresos para mantener a sus familias, mejorar sus condiciones de vida y ser autosuficientes. Ngisti se ha dado cuenta de que las mujeres a las que forma también se han vuelto más seguras. “Cuando empezaron el curso, no me hablaban y rara vez se hablaban entre ellas. Ahora hacen preguntas, traen a sus hijos semanalmente y se reúnen para tomar el café. Nos conocemos. Se ayudan mutuamente.»

Cuando empezaron el curso, no me hablaban y rara vez se hablaban entre ellas. Ahora hacen preguntas, traen a sus hijos semanalmente y se reúnen para tomar el café. Nos conocemos. Se ayudan mutuamente.
Ngisti Zelenke, refugiada emprendedora

Ngisti ve que hay posibilidades de mejorar y espera ampliar el negocio. Actualmente, si bien se puede capacitar a las mujeres, no hay un espacio designado para la producción de los artículos. De cara al futuro, espera contar con un lugar donde vender sus productos en el campamento. El negocio de toallitas sanitarias de Ngisiti ha transformado la comunidad. Las mujeres que usan estos materiales y a las que se les enseña a elaborarlos, siempre expresan su gratitud a Ngisti. Va más allá de una mera forma de generar ingresos. Brinda apoyo y comunidad a las mujeres refugiadas y les permite que, con sus propias manos, construyan un camino hacia un mundo más inclusivo.