Escapar de la violencia: un manicuro en Camerún, reconstruye su futuro uña tras uña

05 febrero 2025

Wilikon huyó del conflicto en la RCA y participó en el programa de medios de subsistencia del JRS, convirtiéndose en un manicuro en Camerún.
Wilikon delante de su negocio, «Olangerie 2.0» (Servicio Jesuita a Refugiados)

Wilikon, de 31 años, llegó a Yaundé, Camerún, en 2014 con una pequeña cesta de herramientas para ofrecer servicios de manicura. Como manicuro cualificado y esteticista polifacético, se había visto obligado a huir de su hogar en la República Centroafricana (RCA) debido a la escalada de violencia.

Ahora, rodeado de esmaltes y productos de manicura, Wilikon pinta las uñas de sus clientes con calma y precisión en el interior de paredes rojas de su tienda, llamada «Olangerie 2.0».

Wilikon trabajando en su negocio «Olangerie 2.0», en Yaundé, Camerún.

Dejar atrás la violencia

Debido a una prolongada crisis humanitaria, marcada por conflictos armados, inestabilidad política y violencia sectaria, muchos ciudadanos de la República Centroafricana, como Wilikon, han huido a países vecinos, siendo Camerún uno de los principales destinos.

«Empecé caminando por las calles de Yaundé, con una pequeña cesta de herramientas para hacer las uñas a la gente. Más tarde, fui a la escuela y me gradué en 2022 y a continuación, hice unas prácticas, pero había pocas oportunidades de trabajo en el país», comentó.

Hacer de una pasión una vida

El JRS está presente en Camerún, donde —en estrecha colaboración con la Delegación Regional de Empleo y Formación Profesional— ofrece formación profesional certificada y apoyo para la creación de empresas a jóvenes tanto de comunidades de refugiados como locales.

«Me enteré de esta oportunidad a través de un mensaje de un grupo de refugiados al que pertenezco, así que aproveché la oportunidad. Reuní los documentos necesarios, los presenté y luego fui seleccionado. Asistí a un curso de gestión financiera y recibí un kit de inicio para mi negocio, junto con ayuda para el alquiler», dijo Wilikon, que continuó: «con el dinero que recibí, encontré el espacio para montar mi salón de belleza, lo renové y volví a pintar las paredes. Luego, registré el negocio en el ayuntamiento y cada mes pago el alquiler, la electricidad y los impuestos».

El negocio de Wilikon está prosperando. Ha creado una base de clientes sólida y leal que siempre vuelven a él.

Wilikon trabajando en su negocio «Olangerie 2.0», en Yaundé, Camerún.

Dando forma al futuro

Wilikon, que compagina su trabajo con clases nocturnas de Comunicación y Marketing, sueña con expandir su negocio y asesorar a otros. «Las clases no interfieren con mi trabajo aquí; asisto a clases nocturnas. Abro todos los días y cierro la tienda justo a tiempo para ir a clase».

Espera abrir otro salón y formar a sus hermanos y a otros refugiados para que ellos también puedan forjar su propio camino.