Camerún: jóvenes locales y refugiados construyen un futuro común.

13 mayo 2021

Estudiantes de formación profesional del JRS Camerún
Estudiantes de formación profesional del JRS Camerún

En Bertoua, Camerún, los jóvenes estudiantes no solo se están capacitando profesionalmente, sino que aprenden cómo vivir y trabajar juntos. El Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) de Camerún está ofreciendo un curso de formación profesional de ocho meses, junto con alojamiento en dormitorios, para jóvenes refugiados y cameruneses en cinco centros diferentes. El proyecto promueve la reconciliación y la cohesión social con el objetivo de acabar con la discriminación de los refugiados centroafricanos en el país, construir puentes entre las comunidades, y ofrecer oportunidades a los jóvenes que quieren construir un futuro mejor.

«Esta formación tiene ventajas tanto para los cameruneses como para los centroafricanos», explica Zari, un joven camerunés que estudia en el curso de asistente sanitario. «Para los cameruneses, significa beneficiarse del descubrimiento de nuevas culturas y formas de vida. Además, aprender a colaborar en los negocios de los demás nos beneficia a todos».

Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 105.000 centroafricanos se han desplazado a los países fronterizos tras la violencia desatada por las elecciones de diciembre de 2020 y más de 5.000 de ellos buscaron refugio en Camerún.

La falta de recursos y oportunidades ha avivado los prejuicios y la hostilidad hacia estos recién llegados. El acceso limitado a los servicios básicos y a la educación también ha creado casos de exclusión social a los desplazados forzosos de sus países de acogida.

Aprender a colaborar en los negocios de los demás nos beneficia a todos
Zari, estudiante en el curso de asistente sanitario.

En este programa de formación para jóvenes del JRS —respaldado por la Oficina de Población, Refugiados y Migrantes (BPRM) del Departamento de Estado de EE. UU., Missio Aachen y otros socios— el setenta por ciento de los estudiantes son refugiados, mientras que el treinta por ciento proviene de la comunidad de acogida; esto crea oportunidades para los intercambios culturales, la hospitalidad, la solidaridad y el compañerismo. Los estudiantes también participan en actividades de teatro, cine y construcción de la paz.

Desde que comenzó el programa en 2018, unos 470 estudiantes han aprovechado los diversos cursos que se ofrecen, por ejemplo, cursos orientados a enseñar habilidades en industrias como la hostelería, la peluquería y la belleza, la administración y la sanidad.

«Estoy aprendiendo sobre las funciones del cuerpo humano y cómo trabajar en un centro sanitario, porque mi sueño es curar a los demás», expresó Ezéchiel, de República Centroafricana, que está en el mismo curso que Zari.

«Personalmente, me gustaría desarrollar mi propio negocio con un refugiado», explicó Esther. Tras convivir con un grupo mixto de amigos mientras seguía un curso de administración, llegó a comprender la importancia de la inclusión social de los refugiados. «Los refugiados necesitan que la gente les comprenda para superar sus dificultades», añadió.

«Al principio no estaba muy segura de la idea de vivir con gente que no conocía», cuenta Sylver, de la República Centroafricana. Pero luego me dije que en realidad podemos complementarnos y ayudarnos mutuamente». Cuando termine el curso de administración, quiere montar un negocio con un camerunés para contribuir a la paz y la estabilidad. «Hay que pensar en los demás como si fueran tus hermanos y hermanas», subraya Sylver.