Bangladés: El poder de la ESPERANZA, un espacio para niñas y niños
03 enero 2019
¡Ojalá pudiera dibujar todo el día!
Cox’s Bazar – Mohammad Hanif huyó a Bangladés con su madre y cuatro hermanos, junto a otros miles de rohinyás del estado Rakhine de Birmania, para escapar de lo que las Naciones Unidas han descrito como «un ejemplo de libro de texto de limpieza étnica». Hanif, de diez años, ahora va regularmente a HOPE (Esperanza), uno de los seis Espacios Seguros para Niñas y Niños (CFS, por sus siglas en inglés) apoyado por el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) en Cox’s Bazar, el asentamiento de refugiados más grande del mundo. En HOPE y otros espacios similares, los niños participan en actividades como dibujar, actuar y contar historias. A la mayoría de los niños parece que la que más les gusta es la de contar historias, pero Hanif prefiere dibujar.
Hanif le gusta estar en el CFS, y siempre pregunta si podría también aprender inglés. El apoyo y el acompañamiento que recibe en HOPE le permiten hacer frente a los difíciles recuerdos de la persecución y la huida de su familia, y si bien sus dibujos anteriores mostraban escenas de violencia y casas incendiadas, ahora tienden a mostrar niños jugando, pájaros y flores.
«Estoy feliz de que Hanif haya comenzado poco a poco a hacer cosas que haría en casa. Era el mejor estudiante de su clase en Myanmar. Allí cantaba, bailaba y dibujaba, pero cuando llegó aquí estaba muy trastornado. Preguntaba por su padre desaparecido, se enfadaba y huía del refugio. Desde que empezó a dibujar y a aprender cosas nuevas en el centro, se calmó y fue más feliz,» dice la madre de Hanif.
Nurul recupera sus sueños
Nurul Amil, de 10 años, y su hermana pequeña, Afiza, de cinco, también son refugiados rohinyás inscritos en los Espacios para Niños (CFS) del JRS en Cox’s Bazar. Nurul está encantado con las dos horas que pasa con niños de su edad en el CFS. El CFS le da a él y a sus amigos la oportunidad de disfrutar de su infancia con arte, baile y deportes. Las actividades les ayudan a olvidar los problemas de vivir en un sobresaturado campamento de refugiados, aunque solo sea por unas horas. El personal de CFS también ofrece terapia a los niños.
Al principio, Nurul era reacio a ir al CFS: estaba encerrado en sí mismo y pasaba la mayor parte del tiempo mirando por la ventana. A veces lloraba, no podía concentrarse y se negaba a participar en actividades. Conscientes del trauma que había sufrido, el personal de CFS trabajó lenta y pacientemente con él. Hoy, Nurul es el líder de su grupo en el CFS. Le encanta estar allí y se asegura de que Afiza también esté con niñas de su edad. Nurul es brillante y avispado. Le agradece al CFS haberle devuelto sus sueños.
Según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), hay 919.000 refugiados rohinyás viviendo en Cox’s Bazar, en Bangladés, el mayor asentamiento de refugiados del mundo en la actualidad. Más de las tres cuartas partes de los refugiados son mujeres y niños.