40 años de acompañamiento: P. James Martin SJ

18 febrero 2020

James Martin SJ en 1994 en el Centro Mikono del JRS en Nairobi, que vende artesanías elaboradas por refugiados y que hoy sigue funcionando. Junto a él, Cesaire Mukamwiza Kanjoui, que hacía collares y pulseras con cuentas.

Conocido autor y editor de America Media, James Martin SJ ya trabajó para el JRS siendo un joven jesuita en Nairobi, Kenia. El P. Martin relató su experiencia en This is Our Exile: A Spiritual Journey with Refugees of East Africa [Este es nuestro exilio: un camino espiritual con los refugiados de África Oriental].

Háblanos de tu vida y de lo que entonces ocurría cuando te involucraste por primera vez con el JRS.

En 1992, era un escolástico jesuita (un joven jesuita que se prepara para la ordenación) que estaba en su discernimiento sobre cuál podría ser su trabajo de «regencia». Ese es el período en que un jesuita trabaja a tiempo completo durante unos pocos años en un ministerio jesuita. Me sentí enormemente motivado por el trabajo que estaba haciendo el JRS, después de haber leído mucho sobre este siendo novicio. Pero también me interesaba trabajar en una escuela de Natividad, sirviendo a jóvenes en barrios pobres. Le dije a mi superior jesuita que estaba abierto a ambos. Él dijo en el acto: «Entonces trabajarás con el JRS. No hay sustituto para trabajar con los necesitados en el extranjero. Llámalos y mira dónde te necesitan más». Así es como terminé pasando dos años en el JRS de África Oriental, en Nairobi.

¿En qué punto de tu vida te encuentras hoy?

Soy un sacerdote jesuita y editor de America Media, donde paso la mayor parte del tiempo escribiendo libros sobre espiritualidad. Hace casi 20 años, escribí uno sobre mis experiencias con los refugiados en África Oriental, llamado This Our Exile.

¿Cómo el JRS marcó la diferencia en tu vida?

Me cambió totalmente, pero eso es algo difícil de expresar con palabras. Tal vez sea mejor decir que me enamoré de los refugiados con los que trabajé y que me ayudaron a ampliar mi corazón y mi capacidad de compasión. Antes de estar con el JRS, los «refugiados» eran como una masa de personas sin nombre y sin rostro. Sentía pena por ellos, por supuesto, pero parecían más una categoría abstracta de personas. La realidad es lo contrario: son individuos, hombres y mujeres y niños con historias. No son más «refugiados» que personas como “Edith” y “Samuel” y “Gauddy” y “Sarah” y “Augustino”. Creo que así es como Dios nos ve: como individuos amados, cada uno con nuestra propia historia, cada uno de nosotros valioso a los ojos de Dios.

El JRS habla sobre caminar con las personas a las que servimos y acompañarlas en su camino. ¿Qué significa para usted el acompañamiento?

Para mí, el acompañamiento significa llegar a conocer a la gente como individuos, en vez de como un grupo o una categoría. Por supuesto, es importante para nosotros abogar por los refugiados, los migrantes y los desplazados internos como grupo, particularmente hoy. Pero el acompañamiento real significa pasar tiempo con ellos, como Jesús pasó tiempo con las personas. Si lo piensas, muchas de las personas más marginadas de los Evangelios – el centurión romano, la mujer en el pozo y muchos de los enfermos – son personas con las que Jesús entabla conversación. Conoce a la persona que tiene enfrente, profundiza y entra en sus vidas de una manera muy real. Esto es parte del acompañamiento.

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