Protecciòn

El trabajo de protección de JRS se centra en garantizar que las personas desplazadas por la fuerza estén seguras, sean tratadas con dignidad y puedan ejercer sus derechos.

La protección está en el corazón de la misión de JRS. En un mundo donde el miedo y la discriminación influyen cada vez más en el modo en que se trata a las personas desplazadas por la fuerza, muchas se enfrentan a graves peligros y quedan fuera de los sistemas que deberían protegerlas. Pueden correr riesgos durante sus viajes, en campos o asentamientos informales, en centros de detención o en las propias comunidades de acogida.

La protección es esencial porque puede salvar vidas, especialmente cuando las personas se enfrentan a amenazas contra su seguridad, su salud y su bienestar. También defiende los derechos humanos básicos, que a menudo se ignoran o se vulneran durante el desplazamiento. Sin seguridad ni protección, otras formas de apoyo difícilmente pueden tener éxito o ser duraderas.

Un buen trabajo de protección responde a las necesidades urgentes y, al mismo tiempo, cuestiona los problemas más profundos que mantienen a las personas en situación de vulnerabilidad. Sobre todo, garantiza que cualquier ayuda respete la dignidad y la humanidad de cada persona.

El enfoque del JRS

El enfoque del JRS en protección nace de nuestro compromiso con el acompañamiento y la humanidad compartida. Creemos que la protección comienza caminando al lado de las personas refugiadas, escuchando sus historias y haciendo que sus preocupaciones orienten nuestra respuesta.

Nuestro trabajo es participativo: las personas desplazadas y sus comunidades participan en la identificación de riesgos y en la búsqueda de las mejores formas de afrontarlos. Colocamos los derechos humanos en el centro de todo lo que hacemos, inspirándonos en el derecho internacional y en los principios humanitarios para guiar nuestras acciones.

Desafiamos activamente la discriminación, ya sea por edad, género, discapacidad, nacionalidad u otros factores, y ponemos el foco en la persona en su totalidad: su seguridad física, su bienestar emocional, su situación legal y su capacidad de participar en la vida comunitaria.

Los mecanismos de protección se arraigan y se refuerzan en las estructuras comunitarias, de modo que las familias, los vecinos y los líderes locales formen parte activa de la protección mutua. Nuestro objetivo es siempre la inclusión: queremos que las personas refugiadas y otras personas desplazadas accedan a sus derechos y participen plenamente en la sociedad.

Qué hacemos

Las actividades de protección de JRS varían según el país y el contexto, pero a menudo incluyen:

  • Asistencia jurídica: ayudar a las personas a conocer sus derechos, obtener o renovar documentación y desenvolverse en los procedimientos de asilo u otros procesos legales, reduciendo así el riesgo de detención, arresto o explotación.
  • Prevención y atención en casos de violencia de género: trabajar para prevenir la violencia contra mujeres, hombres, niñas y niños; ofrecer espacios seguros, apoyo psicológico y social, y derivaciones a servicios de salud, asistencia jurídica u otros servicios especializados cuando se producen abusos.
  • Protección de la infancia: identificar y apoyar a niños y niñas en situación de riesgo, incluidos menores no acompañados o separados de sus familias, y trabajar con familias, escuelas y comunidades para crear entornos más seguros para toda la infancia.
  • Seguimiento y apoyo en contextos de detención: visitar a personas recluidas en centros de detención de inmigración u otras formas de detención, supervisar sus condiciones, ofrecer apoyo jurídico y psicosocial y abogar, siempre que sea posible, por alternativas a la detención.

En todas estas áreas, JRS trabaja en estrecha colaboración con las comunidades, las organizaciones locales, las entidades eclesiales y las autoridades para construir entornos más seguros tanto para las personas refugiadas como para las comunidades de acogida, de manera que cada persona pueda vivir con mayor seguridad, dignidad y esperanza.