Esta Pascua, muchos de nosotros ya nos hemos familiarizados con el aislamiento y el miedo. COVID-19 ha evidenciado las desigualdades de nuestro mundo, y agravado la lucha de muchos que ya se encontraban marginados: la madre soltera, el trabajador precario, el refugiado.  Y los ha vuelto aún más vulnerables.

El COVID-19 también ha revelado que la humanidad está más viva de los que pensábamos. Las personas de todo el mundo han unido fuerzas para cuidar a los enfermos, a los que han perdido a sus seres queridos y a aquellos cuyas vidas se han volcado. La gente quiere mantenerse conectada, hemos visto transmisiones en masa los domingos, llamadas de WhatsApp, conciertos improvisados ​​y más.

Anhelamos lo que habíamos dado por sentado. Pero el distanciamiento social termine y volvamos a un mundo diferente, ¿Cómo mantendremos vivo todo lo que hemos aprendido durante esta crisis?

Los discípulos enfrentaron el mismo desafío después del Viernes Santo. Desanimados y confundidos, el mensaje de Jesús parecía irrelevante. Sin embargo, en esa oscuridad, la vida fue renovada.

El evangelio de Lucas nos habla de dos discípulos que huyeron de Jerusalén hacia el pueblo de Emaús. Un extraño se unió a ellos en el camino; interpretó las escrituras, les dio coraje y partió el pan con ellos para revelarse luego como el Jesús resucitado. ¿No ardían nuestros corazones dentro de nosotros mientras hablaba con nosotros en el camino?, se dicen el uno al otro después de que él se fue. (Lucas 24.32) Jesús ha resucitado; ¡Su mensaje de compasión y esperanza está vivo!

Esta Pascua más que otras, Jesús ha resucitado en los momentos ordinarios de nuestras vidas: hablando, caminando, compartiendo una comida. Mientras esperamos el mundo post-COVID, la resurrección se abre paso en los momentos de gracia que experimentamos diariamente, a través de nuestro pan de cada día.

Esa gracia llena la generosidad del personal y los voluntarios del JRS incluso ahora. Cuando Italia entró en cierre hace un mes, el JRS Italia / Centro Astalli ajustó sus programas de la noche a la mañana, cerró su comedor diario en la Iglesia Gesù de Roma y la transformó en centro de distribución de comidas para llevar, consiguiendo seguir alimentando a los cientos de migrantes y refugiados que aún llegan hasta hoy.

Massimo, un voluntario del Centro Astalli, continúa ayudando con la distribución de alimentos. Massimo hace esto en medio del COVID debido a «la mirada en los rostros» de los jóvenes migrantes que ha encontrado a lo largo de los años y «su deseo de comenzar a vivir de nuevo, entre el sufrimiento y la esperanza«.

Esta Pascua podemos encontrarnos también entre el sufrimiento y la esperanza, pero Jesús nos dice que la gracia triunfará. Nuestra humanidad se renueva a través de nuestro compromiso con los más marginados y vulnerables. En el JRS estamos agradecidos por las gracias de esta Pascua, y continuaremos caminando junto a nuestras hermanas y hermanos en Cristo. Espero que puedas unirte a nosotros.

Espero sepas que estáis en mis pensamientos y oraciones en este momento de gracia y alegría. Bendiciones de Pascua,