dos niñas jugando

Una sola
humanidad
compartida

Manifesto

Premisas

En nombre de nuestro Creador, que nos otorgó igual dignidad, derechos y deberes, y nos llamó a vivir juntos como una sola familia humana. 

Reconociendo los crecientes desafíos a los que nos enfrentamos en el mundo, nuestro hogar común, que a menudo provocan divisiones y conflictos cada vez más profundos.

Abrazando la justicia, unida a la compasión para ayudar a prevenir los ciclos de venganza y de daño a los demás.

Siendo conscientes del potencial de cada uno de nosotros para enriquecer nuestra familia humana y garantizar su bienestar.

Inspirados por las vidas de nuestros hermanos que viven en los márgenes de nuestras sociedades, incluidos aquellos que han perdido sus hogares, a sus seres queridos y su sentido de pertenencia a causa de la guerra, la violencia y los desastres naturales.

UNÁMONOS PARA

Superar el miedo y rechazar las actitudes dañinas.

Reconozcamos las diferencias que amenazan con convertirse en división y tratémoslas de forma no violenta con un espíritu de respeto. Admitamos también el miedo y las actitudes dañinas, como la superioridad y la negación, que crean y refuerzan las etiquetas, los estereotipos y las imágenes enemigas que nos separan. Trabajemos juntos para superar estos sentimientos destructivos y rechazar decididamente el odio.

Fomentar la apertura, la comprensión y la conexión.

Luchemos juntos por una mayor apertura, comprensión y apreciación más profundas de lo que tenemos en común y lo que nos diferencia. Hagamos más por reconocer nuestra humanidad compartida cultivando conexiones entre orígenes, tradiciones y creencias diversas.

Crear espacios de pertenencia seguros y compartidos en nuestras comunidades.

Creemos espacios de encuentro donde todos puedan pertenecer, dar y recibir, y donde un extraño pueda convertirse en un amigo.

Permitir que todos tengan acceso a oportunidades para desarrollar su potencial humano.

Garanticemos que todas y cada una de las personas puedan disfrutar de las mismas oportunidades para desarrollar sus talentos y  su potencial humano en comunidad, independientemente de quiénes sean, para que puedan determinar activamente su propio futuro y el de sus familias.

Fomentar la participación de todos en la formación de sociedades compasivas y justas.

Hagamos todo lo posible por amplificar las voces y perspectivas de quienes se ven empujados a los márgenes de la sociedad y por aprender de ellos lo que se necesita para fomentar relaciones compasivas y justas en nuestras comunidades. Nunca olvidemos que —en un mundo tan necesitado de sanación y renovación— dar espacio a la participación real de quienes sufren las terribles consecuencias de la violencia es el primer paso hacia la justicia.