Sudáfrica: empoderamiento y habilidades para el desarrollo de las mujeres
05 noviembre 2019
«Soy una mujer. Soy poderosa, soy un modelo a seguir y soy inteligente. Tengo un corazón de oro”. Esto es lo que escribió una de las alumnas del Centro Arrupe de Habilidades para Mujeres cuando le pidieron que definiera a las mujeres.
Ella y otras diez jóvenes participan en el curso de peluquería de Abbie Adeola en el Centro Arrupe de Habilidades para Mujeres, del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) en Johannesburgo, Sudáfrica. «Me gusta mi trabajo», explica Adeola, «me he empoderado a mí misma, y ahora empodero a otras mujeres. Cuando cuentan con educación, llegan lejos”.
El Centro Arrupe de Habilidades para Mujeres ofrece formación profesional a refugiadas, solicitantes de asilo y mujeres locales. Las beneficiarias pueden asistir a clases de peluquería, belleza, informática e inglés. Los mismos programas se ofrecen en el Centro Loyola de Formación de Mujeres, del JRS, en Pretoria.
«El objetivo es enseñarles habilidades para que sean autosuficientes y consigan un empleo», dice Tereda van Heerden, gerente de ambos centros. Algunas participantes ponen en marcha sus propias empresas, lo que permite que se creen nuevas oportunidades de empleo en la comunidad.
La mayoría de las estudiantes vienen de la República Democrática del Congo (RDC), Zimbabue, Nigeria y Burundi. La xenofobia, el racismo, el desempleo, la explotación, las barreras del idioma, la falta de documentos, la violencia sexual y de género, o la crianza de los hijos como madres solas son dificultades que enfrentan estas mujeres que se han visto obligadas a abandonar su país.
La educación es el primer paso para que puedan reclamar sus derechos como mujeres y como miembros integrados en la comunidad de acogida.
«Estuve tres años sin trabajo», dice Joy, refugiada nigeriana, madre de cinco hijos. Aunque ya lleva nueve años viviendo en Sudáfrica, nunca ha encontrado trabajo. Se dedicaba a la venta ambulante con su esposo, pero no podían pagar la licencia. “Es difícil alimentar a tus hijos, pagar el alquiler, las tasas escolares. Es doloroso». Así que decidió incorporarse al curso de belleza del JRS para cambiar su situación. «Es importante estudiar, quedarse en casa no ayuda».
«Quiero tener un local propio [donde] hacer uñas, dar masajes y maquillar”, dice Vanessa, que trabajó de recepcionista de un hotel en Sudáfrica, pero que ya lleva tres años sin encontrar trabajo. El Centro Arrupe de Habilidades para Mujeres les brinda a ella y a sus compañeras un entorno seguro para compartir y hablar de los desafíos que enfrentan.
Como dice Thato Masuku, un trabajador social en el Centro Arrupe y en el Loyola, «no solo las formamos en habilidades, les ofrecemos herramientas de empoderamiento: talleres, cómo iniciar un negocio, salud, higiene, terapia grupal para que aprendan de sus pares… Las ayudamos a ver quiénes son realmente y a ser independientes».