Los jaboneros refugiados lideran una cooperativa en Burundi

21 febrero 2022

jaboneros refugiados
Tras una formación intensiva, 23 refugiados congoleños y tres burundeses abrieron una cooperativa de fabricación de jabón en el campo de refugiados de Kinama.

«Ese es el gran reto en el campo de refugiados: queremos trabajar, pero no tenemos trabajo.»

Aseli Isembe llegó a Burundi en 2012 tras huir de la violencia en la República Democrática del Congo. Una vez que terminó sus estudios, le costó encontrar un trabajo, pero después vio un anuncio de un curso de fabricación de jabón promovido por el JRS y Entreculturas y decidió presentarse.

«Lo que me motivó fue que quería saber cómo hacer jabones y venderlos, para ver si puedo tener dinero y ponerme a prueba en la vida», explica. La intensa formación incluía clases teóricas y prácticas, una oportunidad de hacer prácticas y formación en gestión.

Al terminar el programa, Aseli, junto con otros veintidós refugiados congoleños y tres burundeses, pasó a formar parte de una cooperativa de fabricación de jabón. Los antiguos alumnos aprovecharon los recursos iniciales que habían recibido y crecieron en confianza: «Me siento muy orgulloso de ser jabonero porque el jabón es necesario.»

La cooperativa no solo creó oportunidades de trabajo, sino que también contribuyó a evitar la propagación del COVID-19 produciendo y distribuyendo jabón en la zona. En el primer año de producción, fabricaron más de 30.000 pastillas de jabón. «Nuestra visión es ampliar nuestra fábrica y tener un gran mercado para obtener más beneficios, incluso queremos algo de financiación, apoyo, para tener una buena vida futura y ser grandes empresarios», cuenta Aseli.

Fedha Pendege también se formó en la fabricación de jabón y ahora es miembro de la cooperativa. Ella misma, refugiada congoleña, había luchado por mantener a su marido y a sus dos hijas: «[Antes no hacía] nada porque no había nada que hacer, todo el tiempo estaba en casa, sin trabajo, esperando la distribución de la ayuda.»

También Fedha agradeció la oportunidad de aprender una habilidad que le ayudara a encontrar un trabajo: «Si trabajo, me ayudará en mi vida, nos ayudará a todos.»

Para Fedha, trabajar en colectivo es clave: «Trabajamos juntos porque el trabajo de una sola [persona] es simplemente imposible, trabajamos en gran número para que el trabajo siga y vaya rápido.»

Para hacer el jabón, explica, «empezamos tomando un barril y poniendo ácido cáustico.»

«Medimos una cantidad de agua y la ponemos en [el barril]. Empezamos a mezclarlo hasta que se calienta.»

refugee soap-makers in burundi

Una vez alcanzada la temperatura adecuada, se le añade el aceite de palma y la harina. La mezcla se deja cocer durante 45 minutos y se saca para que se enfríe. Al cabo de un par de días, las piezas de jabón están listas para ser cortadas y vendidas.

En el futuro, Fedha planea formar a otras mujeres, «para que puedan progresar como yo» y eventualmente abrir su propia tienda. No tiene dudas: «[La fabricación de jabón] me llevará lejos, me ayudará en la vida.»

En todo el mundo, los desplazados tienen mucho que ofrecer a las comunidades de acogida, pero rara vez tienen la oportunidad de prosperar. A través de programas de formación profesional y medios de subsistencia se pueden crear puestos de trabajo y las comunidades de refugiados y de acogida pueden aprender a trabajar y prosperar juntas.

 

Los proyectos de fabricación de jabón en Burundi fueron posibles gracias a nuestra asociación con Entreculturas.