Las mujeres mejoran sus habilidades tecnológicas en el campo de refugiados de Kakuma
01 mayo 2024
En el campamento de refugiados de Kakuma, en Kenia, en medio de temperaturas abrasadoras y un acceso limitado a internet, un grupo de mujeres participa en una clase de capacidades digitales. El curso forma parte del Programa Pathfinder de Inclusión Digital (DIP) del JRS llevado a cabo por el JRS en colaboración con Konexio y dirigido a las mujeres refugiadas del campamento de Kakuma para que puedan conectarse con actividades generadoras de ingresos.
Janet tiene 20 años y es originaria de Burundi. Llegó a Kakuma en 2021 con su familia, siguiendo a su padre, quien ya los esperaba en el campamento. Como hija mayor, Janet había asumido una gran responsabilidad en el sustento de su familia.
Antes de incorporarse al curso, Janet estudiaba por las mañanas y trabajaba por las tardes como costurera para mantener a su familia. Ahora, seis meses después de empezar el curso, ha mejorado sus conocimientos de informática y puede acceder a oportunidades de empleo en línea, contribuyendo de forma más significativa a su propio bienestar y al de su familia.
Al igual que Janet, poco después de terminar el programa, muchas otras estudiantes consiguieron trabajos remunerados en línea, como transcripciones, análisis de datos y otras oportunidades similares.
Margaret es una joven sudanesa de 26 años y es también primogénita y sostén de su familia. Originaria del campo de refugiados de Kakuma, su familia está compuesta por seis personas. A pesar de tener una pequeña tienda en el campo para respaldar los ingresos de su familia, Margaret siempre había soñado con trabajar en la TI, pero en el campo le resultaba muy difícil tener esa oportunidad. Por eso, cuando se enteró de este nuevo proyecto de inclusión digital, se inscribió inmediatamente.
Según Margaret, la inclusión digital es importante no solo porque le permite convertir su pasión en su trabajo, sino también porque contribuye a promover la igualdad de género. Explica que en África se cree que las mujeres no pueden desempeñar los llamados «trabajos de hombres» y los empleos relacionados con la TI se incluyen en esa categoría. Al inscribirse en estos programas, las mujeres contribuyen a romper un estereotipo perjudicial muy extendido en la región.
El programa DIP permite a las participantes acceder a oportunidades laborales inclusivas que garantizan el equilibrio entre la vida familiar y profesional.
«El impacto de estos programas va mucho más allá de los individuos, llegando a comunidades enteras y transformando vidas», concluye Janet.
*esta historia fue publicada originalmente por el JRS eastern Africa.