40 años de acompañamiento: P. Jun Pérez SVD
12 octubre 2020
La colaboración con el JRS no es nueva para el P. Jun Pérez SVD, de las Filipinas. Primero sirvió en Liberia de 2005 a 2007 y más recientemente en el campamento de refugiados de Dzaleka, en Malaui, de 2018 a enero de 2020. Mientras espera su próximo destino, que ha quedado en suspenso por la COVID-19, habla sobre lo que originalmente le llevó a trabajar con el JRS, y por qué sigue haciéndolo.
Háblenos de cómo era su vida cuando se involucró por primera vez con el JRS.
Primero trabajé con el JRS como coordinador de proyectos en Liberia. Fue una tarea difícil ya que llegamos recién terminada la guerra civil y se nos encargó instalar la oficina. Luego, mientras trabajaba como capellán de la comunidad de inmigrantes filipinos en Corea del Sur, vi la imagen de un barco cruzando el Mediterráneo en el Korean Times y pensé en el honor que sería volver a trabajar con los refugiados.
Expresé mi voluntad de servir y resultó que mi destino sería Malaui. Eso me inquietó ya que casi me muero por la malaria estando en Liberia; sin embargo pensé que si este es mi momento de dejar este mundo, que así sea. Fue una misión difícil, pero, en Malaui, me sentí como en casa con nuestros hermanos y hermanas refugiados.
¿En qué momento de tu vida te encuentras hoy?
Mis experiencias en Rusia, Liberia, Corea del Sur y, más recientemente, en Malaui, me dieron una perspectiva de la vida. Vivir entre los más pobres de los pobres y servir con los desfavorecidos en las periferias de la sociedad. Se necesita mucha comprensión, se trata de estar con ellos, de escucharlos. Creo que aquí es donde me encuentro ahora. Por eso dije: «Aprovecha la oportunidad de continuar la misión con los refugiados», porque ese es mi llamado. Es un desafío, pero satisfactorio.
¿Cómo marcó la diferencia en tu vida el JRS?
En Liberia, el JRS me dio la oportunidad de conectar con diferentes ONG que trabajan con refugiados. Lo mismo sucedió en Malaui. Un misionero y un seglar pueden trabajar hombro con hombro para servir a nuestro propósito común. Para mí es muy importante porque trabajamos como hermanos, en equipo. Cuando trabajamos e interactuamos juntos, todos somos iguales.
El JRS habla de caminar con las personas a las que servimos y de acompañarlas en su recorrido. ¿Qué significa el acompañamiento para ti?
Yo lo llamo “acompañamiento personal”. Si necesitan ayuda, les resultará difícil dirigirse directamente a un departamento oficial o a una ONG. Me preguntan: «Padre, ¿puede ayudarme?» Primero les pregunto: «¿Cuál es el problema?» Sabiendo lo que necesitan, solo entonces puedo decir: «Ok, vayamos a esta ONG», y los acompaño personalmente, sirviendo de puente entre la ONG y nuestro hermano o hermana refugiado. El acompañamiento es darles tu presencia, tu tiempo y la oportunidad de que se sientan especiales y recuperen su sensación de humanidad y dignidad.
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