Educación con perspectiva de género
Educación con perspectiva de género
Las niñas refugiadas se enfrentan a retos desproporcionados para recibir una educación. Son extremadamente vulnerables a los matrimonios y embarazos precoces y están sometidas a tradiciones socioculturales y a roles de género que limitan sus oportunidades educativas.
En colaboración con otras organizaciones, el JRS ofrece programas de educación con perspectiva de género que se alinean con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Damos prioridad a los proyectos en el África subsahariana, donde el acceso a la educación es el más bajo, especialmente para las niñas desplazadas.
La importancia de la educación secundaria para las niñas
La educación secundaria representa una etapa importante de crecimiento, desarrollo y oportunidades. Desgraciadamente, las tendencias mundiales muestran que los estudiantes refugiados de secundaria son, en cambio, los que corren mayor riesgo de quedarse atrás. En situaciones de conflicto y desplazamiento, los adolescentes refugiados, especialmente las niñas, se enfrentan a la presión de abandonar la escuela para mantener a sus familias.
La educación secundaria es un salvavidas para las niñas que viven en situación de desplazamiento. Cada año adicional de educación secundaria para las niñas se traduce en un menor riesgo de matrimonio y embarazo prematuros.
Invertir en la educación secundaria de las niñas crea comunidades más equitativas, pacíficas y sostenibles. Cuanto más progresan las niñas en la escuela, más probabilidades tienen de obtener ingresos, ser autosuficientes y contribuir al crecimiento y bienestar de sus familias y comunidades.
Derribar los obstáculos a la educación de las niñas
La pobreza es el obstáculo más importante para que las niñas refugiadas accedan a la educación secundaria y la terminen. Con recursos limitados, las familias optan por invertir en la educación de sus hijos varones, ya que se considera que tienen más oportunidades de trabajar, mientras que a las niñas se les encargan las tareas domésticas.
Las actitudes tradicionales hacia la educación de las niñas pesan mucho, especialmente en los lugares donde el matrimonio infantil y el embarazo adolescente son comunes.
En muchos lugares, la falta de instalaciones y suministros para la gestión de la higiene menstrual (GHM) repercute negativamente en la capacidad de las niñas para participar en la escuela.
Para que las niñas asistan a la escuela y permanezcan en ella, necesitamos una infraestructura escolar secundaria adecuada que garantice un entorno de aprendizaje acogedor, seguro y libre de toda forma de violencia de género y discriminación.
El COVID-19 ha exacerbado la vulnerabilidad de las niñas desplazadas. El cierre de escuelas y las restricciones al desplazamiento han amplificado las barreras y los desafíos existentes para lograr una educación inclusiva y de calidad. Se estima que más de 10 millones de niñas podrían no volver nunca a la escuela.
El JRS está abordando las barreras a la educación de las niñas refugiadas a través de lo siguiente:
- implementando programas de becas;
- promoviendo actitudes y comportamientos equitativos de género, sensibilizando a niñas y niños sobre la violencia de género (VG) y los mecanismos de denuncia;
- invirtiendo en el aumento y la mejora de las infraestructuras que cumplen con la GHM, así como distribuyendo suministros para la GHM y llevando a cabo formaciones sobre la GHM;
- participando en grupos de trabajo como el Equipo de Tarea sobre Género de la Red Interagencial para la Educación en Situaciones de Emergencia (INEE).
¿Quiere saber más sobre los programas de educación con perspectiva de género del JRS? Póngase en contacto con Jill Drzewiecki, especialista en educación con perspectiva de género.