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La congelación de la ayuda exterior estadunidense trastorna la vida de los refugiados
La suspensión total de la ayuda exterior ordenada por el Gobierno de Estados Unidos (EE.UU.) el 24 de enero de 2025 interrumpió casi de la noche a la mañana el apoyo vital para los refugiados y otras personas desplazadas por la fuerza que viven en condiciones de vulnerabilidad. La congelación de los fondos obligó a detener de inmediato el trabajo, afectando las operaciones del JRS en nueve países de todo el mundo.
«Acababa de movilizarme para reunirme con las personas recién llegadas en el centro de recepción de Doro y llevar a cabo sesiones de Primeros Auxilios Psicológicos y psicoeducación cuando recibí la orden de suspender nuestras actividades», relató Elizabeth Nyapito, Responsable de Salud Mental y Apoyo Psicosocial del JRS en Maban, Sudán del Sur. «Los que esperaban nuestro apoyo quedaron desamparados, llenos de preguntas, pues sabían que el JRS siempre había sido su salvavidas dentro del campamento».
A través de la financiación de la Oficina de Población, Refugiados y Migración del Departamento de Estado de EE.UU. (US Department of State’s Bureau of Population, Refugees, and Migration (PRM)) el JRS acompaña a personas marginadas en Chad, Colombia, Etiopía, India, Irak, Sudáfrica, Sudán del Sur, Tailandia y Uganda. Ahora, sus vidas están en peligro.
La congelación de los fondos impedirá que los niños desplazados asistan a la escuela, amenazará el futuro de los jóvenes refugiados cuyos programas de desarrollo de habilidades han sido suspendidos y ejercerá una presión extrema sobre las mujeres, que ya no podrán acceder al apoyo psicosocial.
“El impacto potencial es enorme”, afirma el Director Nacional del JRS en Irak. “Muchas comunidades siguen en extrema necesidad debido a las secuelas de los ataques del ISIS, el limitado apoyo gubernamental y la reducción de la ayuda humanitaria. Este abrupto cese de la financiación podría exacerbar las vulnerabilidades, aumentando el riesgo de caer aún más en la pobreza, el trabajo infantil, el aislamiento, el deterioro de la salud mental y una renovada necesidad de emigrar.”
Mientras respondemos a esta nueva realidad, una cosa es segura: «Seguiremos siendo solidarios con nuestros hermanos y hermanas desplazados. Junto con nuestro increíblemente dedicado personal en todo el mundo, haremos todo lo posible para mantener los programas afectados», afirmó Michael Schöpf SJ, Director Internacional del JRS.
La suspensión de estos servicios tendrá repercusiones significativas, no solo para aquellos a quienes servimos, sino para la humanidad en su conjunto.