Huyendo de la guerra en Somalia, Fardusa comparte su viaje hacia la paz

07 enero 2025

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Fardusa huyó de la guerra en Somalia y ahora vive como refugiada en Italia, donde se dedica a ayudar a los más necesitados.
Una mujer con su hijo en Dollo Ado, Etiopía (Servicio jesuita a refugiados).

Mi nombre significa «paraíso» en somalí, pero nací en el infierno de una guerra interminable. No sé cómo era la vida antes de la guerra.

De niña, me sentía como en una película. Las bombas que estallaban en el mercado y las balas que pasaban volando parecían efectos especiales montados por un director.

Sin embargo, no viví la guerra como una espectadora; la tengo grabada en mi cuerpo.

Decidí irme, abandonar Somalia para siempre en busca de paz. El día que me despedí de mis padres por última vez fue el más duro de mi vida, porque no sabía si volvería a verlos algún día.

Durante el viaje, pasé por muchos países: Kenia, Uganda, Sudán del Sur, Sudán y Libia. Éramos 30 cuando entramos en el desierto.

Cuando por fin mis pies tocaron tierra firme, una nueva luz se apoderó de mi interior; la luz de quien sabe que aún le queda mucha vida por recorrer.
Fardusa, una mujer somalí, acompañada por el Centro Astalli/JRS Italia

Aún puedo imaginar la desesperación en los ojos de aquellos que, paso a paso, se daban cuenta poco a poco de que no lo conseguirían.

Nos encerraron en la oscuridad, en la parte trasera de un camión, con las manos y los pies atados con una cuerda para evitar que escapáramos.

En Libia, nos mantuvieron en una pequeña habitación durante días, sin comida ni agua, mientras esperaban para enviarnos al otro lado del mar.

Cuando vi la pequeña embarcación, tuve miedo; quería dar marcha atrás. Me apuntaron a la nuca con una pistola y me obligaron a elegir entre una muerte segura y una casi segura.

Tras unas horas de viaje, el motor del barco se averió. Estuvimos varados en el mar durante cinco interminables días.

Todavía puedo saborear la sal en mi lengua, cada vez más intensa con cada nueva ola.

Quería volver atrás, quería regresar a mi tierra ensangrentada que siempre olerá a hogar; quería volver con mi familia para no morirme sola, sin raíces, en un mar implacable.

Los guardacostas italianos nos rescataron. Cuando por fin mis pies tocaron tierra firme, una nueva luz se apoderó de mi interior; la luz de quien sabe que aún le queda mucha vida por recorrer.

*Testimonio de Fardusa, una mujer somalí, acompañada por el Centro Astalli/JRS Italia.