Afganistán: Orgullosa de ser una chica
08 March 2019|Por Bashria Jan Sarwari, ex alumna y maestra del JRS

Kabul – El Día Internacional de la Mujer es una excelente oportunidad para que las mujeres se sientan orgullosas de sí mismas. Aprovechando esta plataforma, me gustaría presentar a una niña que ha experimentado una vida habitual para la mayoría de las mujeres de su país. Es mi historia.
Como hija mayor, a menudo me castigaban por no hacer lo que se esperaba de una niña. Cada elección y acción en mi vida requería el permiso de diferentes personas de la familia. Antes de que mi madre diera a luz a mi hermano, quería ser como un niño. Usé ropa de niños y me corté el pelo como ellos. Solía jugar con niños y trataba de no hablar por miedo a que descubrieran que no era un varón. Vi cómo a los chicos siempre les alababan. A veces, mis familiares decían que ójala yo hubiera sido un niño, ya que al ser la mayor, todos esperaban que fuera un hombre. Mi madre era la única en la familia que me apoyaba y protegía. La obligaron a contraer matrimonio y fue víctima de violencia doméstica.
Cuando estaba en la escuela primaria, obtuve las mejores notas y la mejor posición. Cuando enseñaba mis resultados en casa, se lamentaban de que a una niña, que terminaría siendo propiedad de su esposo, le fuera bien, mientras que a los niños no les interesaban los estudios. Después de la escuela, continué mi educación estudiando literatura inglesa. Tras graduarme en la universidad, comencé a trabajar con el Servicio Jesuita de Refugiados (JRS) en Afganistán. No estaba de acuerdo con quienes me decían que “tras la licenciatura, es hora de que una chica se case” e hice caso omiso de sus palabras. Inmediatamente me presenté a un máster. Tuve que trabajar duro para aprovechar esta oportunidad y tuve que convencer a mis padres de que podría valerme por mi misma. Hoy, con el apoyo del JRS, estoy cursando mi Maestría en Trabajo Social en el Saint Joseph College de Bangalore, India.
Prometo a las mujeres de mi país que estaré allí para apoyarlas, para que puedan ser autosuficientes. Por último, pero no por ello menos importante, quiero aprovechar esta oportunidad para dar las gracias a mi madre y a mi padre, que me ayudaron a superar todos mis desafíos. Además, me gustaría agradecer al JRS por apoyar y crear oportunidades para las niñas de todo el mundo y, en especial, para las niñas de Afganistán.
